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LARA RODRÍGUEZ | CHEF DEL RESTAURANTE KRAKEN, EN EL ACUARIO DE GIJÓN

Una cocinera con muchos tentáculos

La recién elegida chef del año cursó una ingeniería, regentó una tienda de segunda mano y tocó el piano antes de triunfar en los fogones

Una cocinera con muchos tentáculos

Como un kraken, Lara Rodríguez es una cocinera de muchos tentáculos. Y no solo por el nombre del restaurante que regenta en el Acuario de Gijón, que se llama de igual forma que el mitológico calamar gigante, sino por su carrera previa antes de triunfar en los fogones, cuando la chef probó suerte con la ingeniería industrial, colgó piano en séptimo curso del conservatorio, regentó una tienda de productos de segunda mano y hasta se sacó un curso de robótica. Ahora, a los mandos de su cocina, está de dulce. O de salado, porque a ella le encanta la mezcla de ambos sabores. Acaba de ser nombrada la cocinera del año por la delegación española de la "Worldchefs Association" y es la primera mujer en ser directiva de la selección española de cocina profesional.

Si a su madre, Ana María Díaz, le hubieran dicho que su hija triunfaría en lo culinario habría tenido dudas de buenas a primeras. Sobre todo porque de chica, Lara Rodríguez lo único que preparó fueron un puñado de flanes. Tampoco tenía excesiva querencia por experimentar con nuevos sabores. Sus alimentos predilectos eran los pistachos, las pechugas de pollo y los petit-suis de fresa. El jamón no lo probó hasta casi tener 18 años. Y fue casi por obligación. Sucedió en el catering de un programa de entrevistas en la tele al que una joven Lara llevó a la buena de su madre a ver si la convencía para hacerse el primero de los muchos tatuajes -se los diseña ella misma- que adornan su piel. "No le quedó más remedio", ríe su mamá, que accedió a lo del tatuaje.

Lara Rodríguez fue una niña mayor para su edad. Su ídolo de la infancia no era ningún dibujo animado, sino el pianista Frédéric Chopin, al que imitaba en el teclado. "Tenía fotos de él en su habitación", cuenta Díaz. Sus lecturas tampoco eran muy comunes. Con solo diez años devoraba "Guerra y Paz", seguramente la obra magna del escritor realista ruso, León Tolstoi. "Veía a las demás niñas jugando con muñequitas y a ella eso no le gustaba", comenta la madre, sobre la infancia de su hija, que cursó Secundaria en el Instituto Rosario Acuña del barrio del Polígono.

La chef se matriculó en ingeniería industrial en Oviedo, pero lo dejó. También regentó una tienda de productos de segunda mano en la avenida Pablo Iglesias, que gozó de cierto éxito hasta que la crisis económica la borró del mapa. Con ese desengaño, la gijonesa lo dejó todo y se mudó a Gales, donde se formó como cocinera y vivió en ese país hasta el año 2014. Encontró trabajo en una brasería en la ciudad de Bridgend, una localidad a pocas millas de Cardiff, la capital. El dueño de aquella casa de comidas era leonés. En ese lugar, Lara Rodríguez se forjó como cocinera empezando desde lo más bajo. Limpiando lechugas y cambiando el aceite de la freidora. A su vuelta a Asturias, trabajó en varios hoteles de lujo del Principado, en Gijón y en Langreo.

Desde 2018, "doma", como ella dice en sus perfiles en redes sociales, al restaurante Kraken. Su nombre en las redes es una historia con mucha miga. Aunque se apellida Rodríguez, firma como "Roguez". Todo se debe a que comparte nombre con una amiga de Carmina Ordóñez, muy popular en su momento en el mundillo del periodisma rosa. La cosa le ha ido bien porque el nombre de Lara Roguez es una marca registrada que emplea en su línea de productos gourmet, que estrenará el próximo 6 de agosto.

Adrián Menéndez tiene 34 años y es desde hace pocas semanas su "número dos". "Es una persona muy tranquila. Salvo que la líes mucho, no suele gritar", cuenta sobre su jefa. En la cocina del Kraken trabajan en total seis profesionales, que ahora están muy ilusionados porque el restaurante estrenará nueva carta en septiembre. "Nos da mucha libertad a la hora de elaborar platos nuevos", explica el cocinero.

Ana María Fanjul trabaja como camarera en el Kraken. Tiene 22 años y es sobrina de Lara Rodríguez. "Es para mí como mi segunda madre. Es una persona muy resolutiva. Es sensible, pero tiene carácter. Se entrega a los demás", cuenta sobre una mujer que también llegó a practicar surf y hasta boxeo. Y es que la cocinera Lara Rodríguez es una mujer como muchos tentáculos, casi tantos como el kraken, el ser medio real medio mitológico que da nombre al restaurante donde la trabaja la chef del año.

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