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Medio año de un crimen que conmocionó a la ciudad

El asesino de Lorena Dacuña pide perdón por escrito: "Os quité a un ser entrañable"

El camarero gijonés escribe desde la cárcel una carta a la familia de su víctima "implorando clemencia" y justificándose en las drogas y el alcohol

El asesino de Lorena Dacuña pide perdón por escrito: "Os quité a un ser entrañable"

"Quiero mostraros mi más profundo y sincero arrepentimiento y perdón por la acción que cometí, aunque estas palabras plasmadas sobre el papel no nos la vayan a devolver". Así inicia José Manuel Sánchez Merino, el asesino confeso de la limpiadora gijonesa Lorena Dacuña, de 41 años, una carta a la que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA y que va dirigida a la familia de su víctima para pedirle perdón por este asesinato, que conmocionó a toda la región el pasado mes de febrero. El camarero gijonés, de 49 años, cumple prisión preventiva en la cárcel de Dueñas, en Palencia, y ahora trata de justificar su acción en el consumo de estupefacientes y alcohol.

Sánchez Merino, que ya había estado en la cárcel por agredir a otras parejas sentimentales, mantuvo una relación de ocho años con su víctima, que llegó a ir a verle a los vis a vis cuando estaba preso. El noviazgo contó con años de convivencia, pero se rompió y a los pocos meses fue cuando se produjo el crimen, justo en el momento en el que el procesado se enteró que supuestamente ella se estaba viendo con otro hombre. "Sabéis de sobra que la quería con locura y jamás se me hubiera pasado por la cabeza el hacerle daño", escribe en la carta el procesado. Lo cierto es que, tras seguir a Dacuña en la madrugada del 2 de febrero, cuando ella volvía a casa con un acompañante, decidió matarla con un cuchillo de cocina. Tras una veintena de puñaladas la dejó sobre la cama de una habitación del piso de ella.

El camarero gijonés intenta a través de sus palabras explicar lo ocurrido a los familiares de Dacuña y, de paso, justificarse. "El perdón equivale a enterrar el corrosivo equipaje de las heridas del pasado, aquí y ahora quiero que comprendáis que si lo hice fue porque en ese momento, la cocaína y el alcohol me arrebataron mi sano juicio", argumenta. "Por querer demostrarle un fallo que me negaba, sin querer, se me fue de las manos. Todavía en el día de hoy me cuesta encontrar palabras para el hecho tan execrable que cometí. Bien sabe Dios que cargaré con la culpa lo que me reste de vida", añade el reo.

La carta -está manuscrita, compuesta por tres hojas y todo escrito en mayúsculas- incluye también muestras de cómo se siente desde que mató a Lorena Dacuña después de que ella le dejase y le echase de casa porque él le había cortado la ropa con unas tijeras. "No solo a vosotros os quité un ser entrañable, también yo perdí lo que más quería en este mundo. Fue una relación de ocho años muy bonitos, con momentos maravillosos (...). Es una desgracia que haya terminado así. Desde entonces, el dolor y sufrimiento se convierten en mis indeseados compañeros de viaje", desvela Sánchez Merino, que tras el crimen se escondió en la habitación de un piso de la calle San Luis que tenía alquilada hasta que fue detenido por la Policía Nacional tres días después del hallazgo del cadáver.

En las últimas líneas de la misiva, que se presentará en el Juzgado, según ha confirmado el abogado defensor a este periódico, termina diciendo que "solo me queda de este bonito amor una maleta llena de recuerdos y su viva presencia de mi corazón". "Sigo insistiendo en mil perdones y mi absoluto arrepentimiento. Espero que sepáis entenderme, lo cual entiendo que no es fácil, pero apelo a vuestra benevolencia", implora en su carta. "En última instancia acepto mi culpa y el castigo de Dios y de los hombres", incluye en el segundo folio.

En la despedida de la carta, además de asegurar que lo escrito le ha permitido "vaciar el dolor que atormenta" su corazón, insiste en que "si bien no la tenemos con nosotros -a Lorena Dacuña- la llama del amor sigue latente y nunca se apagará". "No existe cárcel lo bastante dura, ni juicio lo suficientemente severo como para redimir mi pecado. Solo está en manos del altísimo", concluye "implorando clemencia". Por lo pronto, José Manuel Sánchez Merino seguirá en prisión acusado del asesinato de su expareja, una mujer a la que su familia y amigos "educada, discreta y trabajadora".

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