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"El Costeru" se hace mayor

La agrupación de jubilados y pensionistas del barrio minero de La Camocha cumple 18 años con el pestillo echado por el coronavirus

Por la izquierda, Ceferino del Prado, Emilio Gutiérrez, José Antonio González, Justo Hevia, Abel González, Mariluz Díaz, Tina Velasco, Juan Manuel Robles, Santiago Alonso, Carmen Fernández y Gerardo del Prado, en la puerta de la asociación. JULIÁN RUS

Dieciocho velas quedan hoy sin soplar en el barrio de La Camocha, y curiosamente no pertenecen a un adolescente, sino a personas de la tercera edad. Son los años que cumple "El Costeru", la asociación de pensionistas nacida en 2002 que lleva desde entonces sirviendo como refugio y lugar de entrenamiento a 458 socios con todo el tiempo libre que permite una jubilación.

Cuando llega este aniversario, los socios no organizan grandes fiestas, sino que pasan el día como si fuese otro más que sumar a su convivencia gestada en las diferentes instalaciones de la sede. Toman "el cafetín", acuden a algún taller (de cestería hasta danzaterapia), participan en la lotería familiar o tratan de ganar el campeonato de chinchón. Hoy, sin embargo, ni siquiera esas trivialidades diarias pueden mantenerse. El coronavirus tiene al "Costeru" con el pestillo echado desde marzo, y lo seguirá haciendo "hasta septiembre, como mínimo", vaticina su presidente, Santiago Alonso. "Me encuentro a socios por el barrio que me paran y me preguntan: '¿Qué, Santi? ¿Aquello cómo va?'".

Cuando el exconcejal del Ayuntamiento Ovidio González reunió a los seis miembros fundadores en 2002 -entre los cuales se encuentra el propio Alonso- dieron a luz "El Costeru" "con muchas dudas" y poca actividad. Una situación nada similar a la que atravesaban cuando el covid irrumpió en Asturias: "Teníamos planeados ocho viajes y solo pudimos hacer uno. Íbamos a ir a Galicia y Oporto en septiembre y a otros sitios como Granada o León". En el último año también hicieron diferentes excursiones, para las cuales llegaron a necesitar "tres autocares" que trasladaran a parte de sus asociados. No obstante, y aunque den por perdido este año de "vida en la asociación", el grupo de jubilados entiende "a la perfección" que los Servicios Sociales del Ayuntamiento mantengan cerrada su sede. "Somos un grupo de riesgo en caso de contraer el virus, pero no quita que queramos volver a echar la tarde allí".

Para algunos socios con solera, como los hermanos Gerardo y Ceferino Prado Álvarez, esas tardes en el "Costeru" son costumbre adquirida hace ya décadas. Gerardo Prado, socio además fundador, llegó con su hermano al barrio de La Camocha a la edad de 15 años. Trabajó en la mina como porteador, y fue uno de los responsables que ayudó a construir el primer tramo de ferrocarril del barrio, a comienzos de 1945. Con 90 años, es ahora el miembro más mayor del grupo, y echa de menos reunirse con el resto para "tomar la merienda y echar la parrafada".

Mari Carmen González, otra de las fundadoras, da gracias a Dios por "estar limpia", pero le apena no poder "seguir con excursiones de un día, tomar el café o hacer cestería". "Hay que entenderlo", sentencia la costera. Recuerda también a alguna de sus compañeras lamentar "cómo notan la falta de ejercicio". Bien es cierto que una gran mayoría de "costeros" siguen viéndose por el barrio minero, pero hay grandes ausentes "de zonas vecinas como Vega, Granda o San Martín". Ninguno de ellos lo esconde: "El virus está fastidiándonos, pero bien". Solo les queda esperar mejor suerte en septiembre.

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