La escultura en bronce que el primer emperador de Roma, Augusto (Roma, 63 a. C.-Nola, 14 d. C.), tiene en Gijón, ubicada en el Campo Valdés, cumplirá mañana 50 años custodiando la bahía de San Lorenzo, con su brazo derecho en alto, las telas agarradas con su mano izquierda y la parte superior descolorida por la incidencia del tiempo y las gaviotas. Primero, y durante largo tiempo, estuvo junto a la muralla del colegio Santo Ángel, para mudarse después a su situación actual, más cerca del Cantábrico, en la década de los noventa. En ese lugar ha sido testigo mudo de las pleamares y tertulias de los gijoneses mientras contemplaban las olas. "Llegó a la ciudad por un encargo del Ayuntamiento en 1970 -con Ignacio Bertrand como alcalde- porque al año siguiente se iba a celebrar lo que institucionalmente llamaron 'Bimilenario de Gijón' y por tener algo que inaugurar encargaron la estatua", sostiene el historiador Héctor Blanco.

La obra, con la autoría del escultor Francisco González Macías, "es una copia del Augusto de Prima Porta hallado en Roma, que se exhibe en los museos vaticanos", explican desde la Fundación Municipal de Cultura. Esta pieza, "de 3,15 por 1,18 por 1,01 metros", llegó tal día como hoy, 2 de septiembre, a la villa de Jovellanos. Lo hizo en un camión desde la sede en Madrid de la Fundición Codina Hermanos, como confirman las crónicas de la época. Pero Augusto no viajó solo, lo hizo junto a "La madre del emigrante", de Muriedas, que no se asentó en el Rinconín hasta el 18 de septiembre de 1970. Entonces, resalta Héctor Blanco, gozó de mayor prestigio y reconocimiento la estatua en honor al emperador.

La instalación de la escultura romana fue al día siguiente, 3 de septiembre de 1970. Y allí la dejaron sin mayores explicaciones, porque no fue hasta el año siguiente, el 6 de agosto de 1971, cuando se inauguró la obra, con la presencia del entonces alcalde, Luis Cueto-Felgueroso, y el cónsul general de Italia, Marco Sorace Mares, al frente de toda una delegación de compatriotas italianos. "Es un símbolo del cariño de Gijón hacia su historia y su tradición", pronunció Cueto-Felgueroso en su discurso ante la figura de Augusto, según recogió aquel día el diario "Voluntad". Ese acto -otra coincidencia- se celebró poco antes de que las mismas autoridades abriesen las puertas del Museo Casa Natal de Jovellanos.

En la primera ubicación, "justo delante de la entrada original a las Termas Romanas", recuerda Héctor Blanco, lucía tal cual es ahora. "En su armadura hay varios relieves que revelan muchas cosas", asegura Patricia Pérez, que pertenece al colectivo "Cuéntame un cuadro", que se encarga de la divulgación cultural para todas las edades. "A los lados están dos representaciones de los territorios conquistados, Hispania y la Galia", desvela. "También está Tiberio, su heredero, en el centro, mientras recibe las insignias de la legión romana", añade. No faltan tampoco los dioses y diosas romanos alrededor de la coraza. "Los romanos manejaban muy bien la propaganda política, todo tenía un trasfondo, y Augusto se dedicó a sembrar todo con esculturas suyas", defiende Patricia Pérez.

La peana sobre la que se instaló la obra llevaba grabado el nombre de César Augusto más las fechas 29 a. C. y 14 d. C., según se ve en la fotografía del día de la inauguración que figura en el libro "Guía indiscreta de Gijón", de Fernando Poblet. Si bien coincide el año de su muerte, nada se sabe de por qué aparecía el 29 a. C. "Si fuese 27 a. C. correspondería con las fechas de su gobierno, pero parece que metieron el 29 a. C. para que coincidiese con el 'bimilenario'", bromea Héctor Blanco. Hoy día, la placa le nombra como "Octavio Augusto" y lleva sus fechas de nacimiento y muerte correctas para celebrar sus bodas de oro en Gijón.