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Crece la presión hospitalaria en Urgencias por pacientes sin cita en centros de salud

La falta de personal se suplió doblando turnos, aplazando vacaciones y cerrando la zona de observación y la ambulante, aseguran en Cabueñes

Entrada de Urgencias del Hospital de Cabueñes. JUAN PLAZA

El personal de Urgencias del Hospital de Cabueñes, la gran puerta de entrada a la asistencia sanitaria en la ciudad, enfrenta el otoño con un "cansancio acumulado" tras un verano que tildan como "agotador". Explican que el trabajo de los últimos dos meses ya partía con desventaja por tener "varias bajas laborales sin cubrir" y a la plantilla "doblando turnos", pero la presión asistencial se agravó por la afluencia de pacientes que no habían logrado una cita en su centro de salud. "Si viene alguien desesperado, aunque su dolencia no sea grave, no discutes y le atiendes, pero eso repercutió en nosotros", lamentan desde el centro, que aclaran en que "las circunstancias fueron muy complejas" y no creen que sea adecuado "culpar" a los enfermos por acudir a su recurso. Mientras, el hospital ultima los preparativos para abrir su parte ampliada del servicio, una reforma que ayudará a separar circuitos y evitar posibles contagios cruzados. Su apertura estaba prevista para esta semana, pero se aplazará al menos varios días más para acabar de instalar el equipamiento.

La costumbre de acudir a Urgencias para ser atendidos en el momento es un lamento habitual entre los sanitarios, que siempre inciden en que se deben dejar los espacios de atención urgente para los enfermos que realmente no puedan esperar. En Cabueñes, de hecho, el personal vivió con extrañeza los meses de confinamiento, porque la presencia de enfermos con patologías banales se redujo casi a cero e, incluso, fue más frecuente la llegada de usuarios que deberían haber sido atendidos horas o días antes. Se vieron casos de infartos de larga evolución, enfermos crónicos muy descompensados, golpes de caídas antiguas... Pero, tras la desescalada, la nueva normalidad trajo de nuevo a Urgencias a usuarios menos graves que acudían, según le explicaban a los médicos, por no lograr una cita previa en su centro de salud. "Siempre somos la gran puerta de entrada, pero ahora no puedes discutir. Si te viene una señora desesperada porque lleva cinco días intentando que le cojan en su centro, ¿qué vas a hacer?", explican desde el servicio, que sí siguen notando, no obstante, que la ciudad todavía usa en menor medida los recursos asistenciales.

Este aumento de pacientes provocó una reorganización de los espacios para evitar aglomeraciones en salas de espera, una costumbre que ahora no puede producirse para respetar las distancias de seguridad. "Habilitamos más salas de espera para que estuviesen separados. Se abrió otro espacio en la sala de urgencias ambulantes, sin ingreso, y a los de esa área se los llevó a la sala de espera de familiares, que hoy en día no pueden estar en el hospital", ejemplifica el personal.

Esperan que a partir de octubre, cuando toda la plantilla haya disfrutado de sus vacaciones, puedan recuperar algunos espacios clausurados. "Tenemos cerrado el box de observación. El médico de ese área está ahora atendiendo en la zona sospechas de covid-19, pero él solo tampoco va a poder en cuanto empiece la gripe. El invierno va a ser muy duro porque la gente está ya muy cansada", completan los empleados. Y añaden: "también se cerró el área ambulante, que es para pacientes muy leves; se repartieron entre el resto de profesionales, así que podían tener que esperar más de dos horas". Según las mismas fuentes, del 50% de la plantilla que podría haber disfrutado a la vez de sus vacaciones lo han hecho, al final, el 20%. "Y doblando turnos. No había otra forma de cubrir el día a día", lamentan.

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