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El Marítimo afronta una gran reforma para atender a usuarios de mayor edad

"La esperanza de vida en la discapacidad intelectual ha aumentado", razona la dirección del centro, que espera iniciar las obras este año

Fachada del Sanatorio Marítimo de Gijón. ÁNGEL GONZÁLEZ

Con la idea de hacer más amable la movilidad por las instalaciones, el Sanatorio Marítimo ultima para finales de este mismo año una reforma interna con el objetivo de reorganizar espacios y renovar el equipamiento buena parte del recinto. La obra, que los dueños aclaran que no se trata de momento de una ampliación sobre el terreno, se limitará a readaptar los espacios ya existentes unificando salas comunes y reconectar algún pasillo. El motivo, explican, recae en que la edad media de sus usuarios se ha visto notablemente incrementada en los últimos años -la discapacidad mental, que antaño acortaba varias décadas la vida de los afectados, se ha ido alargando por la mejora en la atención y los tratamientos-, por lo que buscan que el Sanatorio pueda ser un lugar más fácil de recorrer y más intuitivo. El plan, ya avanzado, busca comenzar con las labores a finales de este año. Será un cambio más en la amplia lista de modificaciones del centro gijonés, en plena fase de transformación y adaptación por la pandemia: han creado grupos burbuja para que los residentes queden siempre con los mismos usuarios y, en caso de contagios, se pueda aislar rápidamente, y siguen actualizando sus protocolos para retomar la actividad en el centro de día y el colegio.

La reforma, tal y como apunta el gerente del recurso, Marcos Alonso, será "íntegramente financiada con fondos internos de la Orden de San Juan de Dios" y tiene previsto arrancar en pocos meses, pero el centro sigue a la espera de ver la evolución de la pandemia y cómo se concreta la readaptación urbanística que se está acometiendo en terrenos anexos a su edificio, aunque en principio esas labores no deberían interaccionar con las licencias para su reforma, prevista para ejecutarse solo en espacios internos.

La idea de Alonso es reagrupar algunas salas comunes y renovar buena parte del equipamiento para que la estancia de los más de 140 residentes actuales y los que se reincorporen tanto al centro de día como al colegio. "No habrá que eliminar barreras arquitectónicas porque ya no existían, pero sí podremos mejorar el aspecto general del Sanatorio y ofrecer una mejor experiencia a nuestros usuarios. No será una gran remodelación, pero sí una que ya era necesaria", razona el responsable.

La institución, que cumplió 75 años de vida en la ciudad a inicios de este mes, ha ido siendo testigo de cómo los avances científicos y las mejoras en la atención a la discapacidad intelectual ha permitido que sus usuarios alcancen ahora edades que es antojarían imposibles hace pocas décadas. "La media sigue estando un poco por debajo, pero más igualada, y lo que sí se ha visto es que por lo general las personas con esta discapacidad comienzan su proceso de envejecimiento más pronto", asegura Alonso, que calcula que entre finales de este año y principios del que viene ya se haya podido dar un primer lavado de cara al recurso.

Además de estos planes de reforma, el aniversario del Sanatorio Marítimo se ha visto tristemente ensombrecido por la actual situación de pandemia. El virus, especialmente peligroso en recursos como el gijonés, ya que una parte de los internados sí presentan patologías que podrían tipificar como de riesgo, motivó un blindaje que, sin embargo, se vio encrudecido por los protocolos. Residencias como la del Sanatorio Marítimo se rigen bajo las mismas normas que las residencias de anciano, una generalización que Alonso no acaba de comprender. "Nuestros usuarios tienen una discapacidad, sí, pero también mucha vitalidad. Son campeones de España de fútbol, hacen deporte, dan sus paseos, tienen su vida. No sé si una persona de edad avanzada puede quedarse en la habitación viendo la televisión, pero nuestros usuarios, no", lamenta Alonso, que no obstante sí entiende la necesidad de extremar las precauciones.

El Sanatorio Marítimo, de hecho, ha adoptado también los ya conocidos "grupos burbuja", que consiste en garantizar que los residentes deambulan en grupos reducidos y formados siempre por las mismas personas. "Aquí hemos tenido la suerte, hasta ahora, de no tener ningún positivo, pero si lo hubiese el rastreo de contactos estrechos sería inmediato", garantiza el responsable, que también incide en que los usuarios del centro le han dado "una gran lección". "Han ido perdiendo libertades estos meses, pero siguen concienciados y sin ninguna incidencia", concluye.

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