Dos gijoneses, ambos vecinos de La Calzada, fueron sancionados por un supuesto delito de maltrato animal al tener desatendidas a sus mascotas en sus respectivas viviendas. Uno de los animales, de hecho, tuvo que ser sacrificado a su llegada al albergue municipal de Serín debido a su estado.

La primera intervención tuvo lugar el pasado sábado, sobre las ocho de la tarde y en una vivienda de la calle Uruguay. Los vecinos alertaron a la Policía Local de los ladridos continuos de un perro, que les hizo pensar que el animal podría estar en una situación de maltrato. Los agentes, que en otras ocasiones habían acudido a la vivienda sin encontrar allí a nadie, decidieron acceder al piso, lo que les permitió confirmar sus sospechas.

Los policías se encontraron al perro, un mastín de nueve meses, que no tenía ni comida ni agua y que además se encontraba rodeado de orines y excrementos. Es más, el can había llegado a romper la cisterna para poder beber. Esa acción del perro motivó una inundación en el baño que provocó las correspondientes goteras a sus vecinos de abajo. El perro fue incautado cautelarmente y trasladado al albergue de Serín. "Carecía de microchip identificativo", confirman fuentes municipales.

El caso más grave, y también por maltrato animal, ocurrió el domingo en un piso de la calle Colombia, también en el barrio de La Calzada. Allí se personaron los agentes alertados por un vecino que avisaba de una fuga de agua en una vivienda. Al acceder al interior, porque temían que a la inquilina le hubiese pasado algo, se encontraron con la puerta abierta y un perro de la raza Westi que estaba tirado en el suelo y desnutrido. También tenía lesiones visibles. Además se procedió a cortar el suministro para detener la fuga. Las llaves del piso fueron entregadas a la madre de la inquilina.

El lacero municipal lo llevó a un centro veterinario, donde "se le tuvo que practicar la eutanasia debido a su estado", confirman fuentes policiales.