"Nos quedaríamos todo el día". Así de convencidos estaban los pequeños Mía y Nicolás Gambarte tras contemplar la visita teatralizada por el Museo de las Termas Romanas de Campo Valdés. Los niños fueron dos de los centenares de participantes en la Noche Blanca, una mayúscula jornada cultural que ofreció ayer a los gijoneses 31 actividades repartidas en nueve museos y ocho galerías de arte. Una edición -la novena- que se cerró con éxito de público y con una valiosa lección entre los participantes en estos tiempos de coronavirus. "La cultura es segura", afirmaron muchos de ellos.

El refranero popular dice que en la variedad está el gusto. Así que la Noche Blanca gijonesa tenía todas las papeletas para triunfar. Y lo hizo. Visitas guiadas por los impresionantes jardines del Museo Evaristo Valle, conciertos como el que ofreció Tarik Rahim en el patio del Antiguo Instituto, una escape room y una yincana en el Nicanor Piñole y hasta pequeños paseos en tren en el Museo del Ferrocarril. Todo con estrictas medidas de seguridad.

El Museo de las Termas Romanas de Campo Valdés ofreció una visita teatralizada por los restos arqueológicos. El tour aunó lo humorístico con lo intelectual. El conductor de la visita fue Primo Aruntino, un personaje interpretado por un actor de la compañía teatral Higiénico Papel. El simpático romano se atrevió hasta a realizar el "swish, swish", un baile muy popular entre los jóvenes. También aportó datos curiosos. Por ejemplo, cómo era la distribución de las piscinas de las termas y algunos de usos. "Ha sido una visita genial, divertida e interactiva", valoró Mónica Castro, una de las presentes.

La Noche Blanca registró una buena participación. En el Campo Valdés había cuatro turnos, desde las 19.00 hasta las 23.00 horas. Cada turno tenía ocho visitantes. Se registró el lleno en todos. "Ya al día siguiente de anunciar la visita, se completó el aforo. Ha sido un éxito", apuntó la directora de los Museos Arqueológicos, Paloma García. "La cultura debe ganar espacio en la ciudad. Al público le interesa", reflexionó la responsable.

El Museo del Ferrocarril también se apuntó a la Noche Blanca. Los visitantes pudieron, entre otras cosas, comprobar el funcionamiento de la iluminación del centro, una de las novedades del museo tras su reapertura. Fueron muchos los que se congregaron en ese lugar y hasta se formaron colas a la entrada, eso sí, respetando la distancia de seguridad. La actividad consistió en una exhibición nocturna de trenes en marcha. El sonido de las máquinas de vapor permitió a los muchos interesados viajar a tiempos pasados, cuando el ferrocarril era un puntal en el Principado.

Álvaro Fraga, un niño de cuatro años, se pensará si tras su visita de anoche al Museo del Ferrocarril se convierte en maquinista. El pequeño quedó impresionado con la muestra. Y eso que el pitido de las máquinas le dio un buen susto. Iván Fraga y su madre, Sandra Duque, también quedaron satisfechos con la experiencia. "El coronavirus no debería ser excusa para que no se realicen más eventos culturales en la ciudad", apuntaron. "Todo ha salido bien. Nos hemos sentido seguros", añadieron.

Esa misma impresión caló en María Herrero y Tensi Presa, la madre y la abuela de los pequeños Hugo y Juan Miguez. Así lo confesaron tras bajarse del tren impulsado por la locomotora SAF N.º 1, una máquina que data de 1952, que se dejó de usar a mitad de la década de los setenta y que se empleó en la mina de La Camocha. "Somos habituales de este museo. La cultura es de lo más seguro que se puede hacer ahora mismo", comentaron los cuatro.

El Museo Casa Natal de Jovellanos también fue uno de los refugios de los gijoneses ayer en la Noche Blanca. Registró cerca de ochenta visitantes, que, teniendo en cuentas las restricciones del coronavirus, es una buena cifra, según apuntaron los responsables del edificio cultural. José Rodríguez Fueyo y Carmen Cabeza fueron dos de los visitantes. Completaban un grupo que en total sumaba cinco personas. Todos ellos, buenos conocedores de la Casa Natal de Jovellanos. Si bien, como nunca habían accedido al recinto de noche, no se resistieron a participar.

"Ofrecen una visita guiada y acudir por la noche es un buen plan para realizar con amigos", comentó Fueyo. "Siempre vine por libre, con guía es la primera vez", apostilló Cabeza. "En la nueva normalidad, es necesario potenciar la cultura", concretó la mujer, ovetense de nacimiento, pero residente en Gijón desde hace cerca de tres décadas.

Además de los museos citados, también abrieron sus puertas durante la Noche Blanca la Ciudadela de Celestino Solar, la colegiata de San Isidoro y la Laboral Centro de Arte. Este último lugar tuvo se realizó una performance titulada "Lugares anfibios". Corrió a cargo de la artista Laura Fjäder y su objetivo fue explorar la colonización de los cuerpos. También concurrieron ocho galerías. Fueron Adriana Suárez, ATM, Aurora Vigil-Escalera, Bea Villamarín, Cornión, Espacio Líquido, Gema Llamazares y LaSalita. Y hubo actividades telemáticas como la que protagonizó Ixone Sadaba, una artista bilbaína, en la galería ATM. Sadaba también ofreció una charla digital con sus seguidores.

En definitiva, la Noche Blanca, organizada por la Fundación Municipal de Cultura y la Universidad Popular de Gijón, marcó con buenos números y sensaciones el paso del verano al otoño en el apartado cultural. Los visitantes, que, a pesar de las restricciones de aforo, fueron muchos, pudieron deleitarse con una variada oferta y sacar conclusiones de ello. La principal, que en tiempos de pandemia, la cultura es refugio.