Cumplió los 50 a inicios de año, cuando nada se sabía todavía de que una crisis sanitaria acabaría por marcar y unir a las tres generaciones del nuevo tiempo. La de Xandru Fernández (Turón, 1970), justo en el medio, él la define como una "generación presionada" que se quedó en medio de sus mayores, los que metieron la cabeza en los grupos de poder durante la Transición y se aferraron a ella hasta hace más bien poco, y los jóvenes, treintañeros, que entran ahora con más fuerza y vitalidad como relevo. A ese "cuello de botella", según el autor, se suma el temor que se siente, a partir de los 50, de estar a punto de comenzar un proceso de envejecimiento para el que nadie suele estar preparado. Reflexiona sobre todo esto en "Las horas bajas", su último ensayo, que presentó ayer en la Feria del Libro de Gijón.

La idea de escribir sobre asuntos generacionales le nació después de dar un curso de Filosofía en la UNED para alumnos de más de 55 años. "Empezamos a tratar el tema de la vejez, que siempre es algo que afrontas con miedo, hablando sobre historia y filosofía, el tiempo y el progreso, y nuestra manera de afrontarlo todo", aclara. Justifica esa sensación de pertenecer a una generación "aplastada" así: "Cuando acabó la dictadura yo tenía 5 años, así que se supone que la anterior a la mía fue la que luchó contra ella, que eso también está por ver. En cualquier caso, esa gente llegó de repente a estar a cargo del Estado y se mantuvo ahí durante muchísimo tiempo". Y así: "Sin darte cuenta, parece que mi generación ha llegado tarde a todo, porque para esa fase éramos jóvenes pero para el 15M, que fue un hito, nos sentíamos ya mayores".

Pese a ello, este grupo poblacional -denominada ahora con cierta sorna como "boomers"- sí fue testigo de algunos de los cambios más importantes del país en la historia reciente. "A nosotros nos tocó surfear la modernización de este país, sobre todo los años 90. Piensas cómo era todo antes y cómo ha cambiado todo hasta ahora y parece que te criaste en otro planeta. Era muy difícil concebir en los 70 cómo sería la vida solo 20 años después", razona.

Los españoles nacidos en la década de los 50, además, fueron las principales víctimas de los años de la droga de los 70 y los 80, que hizo reducir considerablemente ese cuello de botella que igualmente existió. Es, a juicio de Fernández, una parte de la historia reciente del país con la que sus ciudadanos todavía no se han reconciliado. O, al menos, no de la forma correcta. "Mi generación se enfrentó a una pequeña masacre, castigada por la droga y los suicidios, de la que ahora apenas se habla. La incidencia de este tipo de muertes entonces era brutal pero ahora el tema parece que se procura no tocarlo. Como mucho, se habla de lo más pintoresco, de que recordamos las jeringuillas, pero no de lo que supuso", opina el escritor, que entiende que se haya popularizado el concepto de "boomer" como forma de "pique" con los más jóvenes. "Es normal que haya cierta pelea entre generaciones y las formas de denominarlas van por modas. En su momento el tema de la 'generación X' estaba en boca de todos y ahora no tanto, y probablemente vaya a suceder algo similar con el concepto 'millennial'. Son términos que caducan", comenta. "Son cosas que se dicen porque viene de forma natural que una generación quiera enterrar a la precedente y distinguirse", añade,

Pone como ejemplos los a veces exagerados comentarios de lo más veteranos hablando de la postguerra o los ahora padres contándoles a sus hijos de que, a su edad, ya estaban casados, con trabajo y con piso en propiedad. "Es en parte cierto, pero no es justo comparar. Comprarte un piso en los 80 no era igual que comprártelo ahora. En las últimas décadas ha habido mucho progreso, pero es verdad que las oportunidades de ascenso social están ahora mucho más limitadas. La desaparición de las clases medias fue creciendo desde entonces y eso no se debe usar como arma arrojadiza para los jóvenes", sentencia.