Aunque la mitad fue pasada por agua, la Feria del Libro ha dejado un buen sabor de boca entre los vendedores de las 43 casetas participantes que, aunque creen que fue un error haberlas dividido entre Begoña y la calle Tomás y Valiente -tienen la sensación de que muchos clientes hicieron sus compras escogiendo solo uno de los espacios- sí dan un balance positivo de la edición con "más ventas de las esperadas". "No se puede comparar con la de otros años, pero tanto la fecha como el tiempo jugó en contra. No es lo mismo hacer una feria del libro en junio que en septiembre", opina Mónica Iglesias, propietaria de La Habitación Propia, que de las que defienden que las dos ubicaciones de los puestos hizo que el público interesado "se dividiese".

Como suele ocurrir, los autores invitados a feria literaria fueron los primeros en agotar existencias en las casetas. "Irene Vallejo y Jon Bilbao vendieron especialmente bien. Ahí estuvo muy acertada la programación, creo que de las mejores que yo he visto en Gijón, y si no hubiese sido por la lluvia hubiese sido redondo. Yo, aun así, creo que vendí casi lo mismo que el año pasado", añade Oriol Díez, de La Revoltosa, que también recibió varios mensajes de clientes fieles que acudieron a Begoña y se extrañaron al no ver su puesto, que era de los que ocuparon Tomás y Valiente. "La idea no creo que esté mal, pero sí parece que a lo mejor no se comunicó bien. Mucha gente no sabía que estábamos separados", razona.