El adiós de "La Madre del Emigrante", la entrañable "Lloca del Rinconín", con gesto desgarrado mirando al horizonte es una despedida "de plena actualidad". Eso expuso ayer Cristina Cantero, licenciada en Historia y una de las ponentes en la jornada "Migraciones y maternidad transnacional", organizda con motivo del 50.º aniversario de la emblemática escultura en la Escuela de Comercio.

Cantero habló de la emigración de las mujeres asturianas, un fenómeno "invisible", casi desconocido por la falta de estadísticas y la ocultación generalizada y que dejó cifras muy llamativas. En el siglo XVI, "entre el 15 y el 17 por ciento de la emigración para conquistar nuevos territorios fue femenina", resaltó la ponente. Y, como muestra del empuje femenino ya antaño, destacó que "en el segundo viaje de Colón embarcaron 30 mujeres"; mientras que Carlos V prohibió a los hombres casados emigrar a América "si no lo hacían con sus mujeres".

En la mayor oleada de emigración a América desde Asturias, el papel de la mujer fue muy importante, si bien no siempre ha sido debidamente documentado. "Seguimos sin saber cuántas asturianas se fueron a América, en qué condiciones, cómo lo hicieron, a qué se enfrentaron", adivirtió la historiadora, antes de señalar que las mujeres emigrantes fueron invisibilizadas por la tardanza en disponer de una perspectiva de género porque las fuentes históricas siempre han sido muy sesgadas y por su menor presencia numérica en la emigración.

Las más jóvenes tuvieron que emigrar con permiso paterno, otras lo hicieron por reagrupamiento familiar con sus maridos y algunas se fueron falsificando sus documentos para escapar de dificultades en su tierra, para acabar trabajando en América en labores no siempre remuneradas, o no reconocidas en las estadísticas como era el caso del servicio doméstico.

Sólo algunas trabajaron en fábricas y comercios. Y la mayoría de ellas prefirieron entornos urbanos para buscar un mejor futuro. Argentina fue el país que consideraron más seguro y con más oportundiades para las recién llegadas, con hoteles para los inmigrantes y una agencia de colocación que les allanó el camino, expuso Cristina Cantero. En 1880, el 21 por ciento de los asturianos emigrantes fuern mujeres; en 1920 eran ya el 40 por ciento del total, indicó la especialista.