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Invasión canina en la arena

Los perros y sus dueños llenan de nuevo las playas tras acabar la temporada de baños y el confinamiento: "Es un bonito reencuentro"

Francisco Gil, con su perro, "Lobo", durante su paseo en el arenal, y, en el círculo, el pequeño "Chipi" en brazos de Javier Sanz tras su paseo.

Fueron poco menos que "salvadores" en el confinamiento porque permitieron a sus dueños tener una excusa para salir de casa, pero muchos echaban de menos pegarse una buena carrera junto al mar. Los perros volvieron ayer a revolcarse por los arenales de San Lorenzo, Poniente y El Arbeyal, un regreso que para sus propietarios supuso una especie de "vuelta al cole". "Entre el confinamiento y el verano, los que venimos siempre con perros a la playa llevábamos tiempo sin coincidir. Ha sido un reencuentro perruno, 'Tempi' reconoció a muchos amigos", explicaba a última hora de la tarde en La Escalerona Patricia Acebedo, dueña de un pequeño animal, mezcla de bodeguero y collie, que se sacudía la arena de las patas de forma acelerada.

A Acebedo le cuesta decir quién de los dos echaba de menos con mayor intensidad volver a la orilla. Aunque durante el encierro sí podían salir a la calle, los paseos debían de ser cortos y cerca de su casa, en Moreda, así que la playa no entraba dentro del recorrido. "Para él era extraño tener que pasar tanto tiempo en casa, se quedaba mirando por la ventana y ahora le ha pillado manía las palomas. Está cambiado", aseguraba, entre risas.

Para otros "peludos", el confinamiento fue un poco más traumático. Fue el caso de "Audrey" -en honor a Hepburn- y de "Ninna" -por Ninna Simone-, dos perritas muy activas que preocuparon durante semanas a su dueña, Candela Carrera, porque las dos se pusieron enfermas. "Lo hablé con otros dueños y les pasó lo mismo. Muchos perros acostumbrados a correr acabaron con problemas de diarrea y las mías solo podían echarse carreras a lo largo del pasillo. Hoy (por ayer) se lo pasaron pipa. Es mucho más seguro venir a la playa que al el 'solarón', por los coches", afirmaba Carrera, que se llevó a las dos deportistas a revolcarse por Poniente. En su caso, tras tanto tiempo inactivas sus dos mascotas también desarrollaron heridas en las patas cuando pudieron volver a salir. "Ellos lo pasaron mal y fastidia ver todavía a gente que pone mala cara cuando un perro se acerca. Ellos también quieren pasear", recriminó.

La "meca" perruna, no obstante, sigue siendo San Lorenzo, que parecía ayer el escenario de una batalla campal, llena de agujeros. Por la arena se dio una vuelta un inquieto y robusto "Lobo", que llenó de barro con sus volteretas los zapatos de su dueño, Francisco Gil, y también el pequeño "Chipi", un mimoso canino que se dejaba sujetar en cuello por su humano Javier Sanz. Volvieron también a la playa las coquetas "Pipa" y "Pepa", madre e hija de raza schnauzer. "Se nota que todos echaban mucho de menos la playa. Las mías creo que no entendían muy bien por qué no las sacaba de casa, como si fuese cosa mía, y los para los perros más activos tuvo que ser horrible", opinaba la dueña de estas últimas, Laura Corugedo.

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