Más de seis décadas de bocetos, con alrededor de 4.000 proyectos, "de un kiosco a un rascacielos". Ese es el legado que el arquitecto Miguel Díaz y Negrete quiso dejar a Gijón, donde residió casi 80 años, hasta su fallecimiento en 2011. La huella de un inabarcable proceso creativo que permitió a la ciudad y a Asturias avanzar en la modernidad constructiva y que ahora se puede visitar, hasta el próximo 31 de enero, en el Museo Casa Natal de Jovellanos, con motivo del centenario del nacimiento del creador. Ayer se presentó, coincidiendo con el Día Internacional de la Arquitectura.

Díaz y Negrete es, en palabras del director general de Cultura del Ayuntamiento de Gijón, Miguel Barrero, "un nombre fundamental para entender la sociedad que vivimos", así como una persona a quien "debemos gran parte del Gijón que conocemos hoy en día", ya que fue él quien "definió una ciudad que entraba en la modernidad". La muestra permite así zambullirse en el proceso creativo de un arquitecto, desde el primer bosquejo, el boceto primigenio de la idea, hasta la representación de la construcción final. Lo dejó claro el comisario de la exposición y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, el historiador Héctor Blanco: "La exposición no se compone de fotos actuales de los edificios ni sus maquetas, sino que son documentos reales de un archivo de arquitectura" que comprende desde las remodelaciones del Muro de San Lorenzo y de El Molinón de 1951 a la construcción de Las Mil Quinientas Viviendas de Pumarín o el colegio de La Asunción.

"A veces perduran más los documentos que los edificios", aseguró Blanco, que explicó que "desde su génesis, en un proyecto arquitectónico pueden pasar muchas cosas: que no se haga, que se modifique o que se derrumbe". Por eso esta muestra permite "conocer la trayectoria de Díaz Negrete y sus colaboradores, así como el cambio que sufrió la arquitectura".

Del mismo modo, Blanco valoró que "el dibujo arquitectónico tiene tanto valor artístico como la propia arquitectura", por lo que hizo un llamamiento a que archivos de estudios de arquitectura o empresas de construcción "no acaben en un contenedor, sino que puedan perdurar y completar nuestra historia".

Precisamente "recuperar archivos bibliográficos es una prioridad" para el museo gijonés, según explicó su directora, Lucía Peláez, que recordó que el prócer alababa la arquitectura como "la más difícil y necesaria de las bellas artes". No obstante, rememoró, el último precedente de una exposición sobre arquitectura en el museo Casa Natal fue a principios de los años 90, con una muestra itinerante sobre arquitectura japonesa.

La hija del arquitecto, Ana Díaz-Negrete aseguró que su padre -hijo del arquitecto asturiano José Avelino Díaz y Fernández-Omaña- "se entregó en cuerpo y alma a esta ciudad, dando tanto como recibió de ella", remarcando que su ilusión era que su archivo se conservara en Gijón tras su fallecimiento. Un proyecto que puso en marcha en vida. Y una vida dedicada casi de principio a fin a mejorar la imagen urbana de "su lugar".