"Necesario y casi imprescindible". Esa es la conclusión del clero gijonés sobre la gran reorganización que prepara el Arzobispado para las parroquias, adelantada ayer por LA NUEVA ESPAÑA. Según el plan, los templos urbanos pasarán a funcionar como comunidades de dos a cuatro iglesias siguiendo criterios de proximidad y sociológicos. Es lo que se conoce como unidades pastorales. Los sacerdotes de la ciudad se reunieron ayer en la Quinta de San Eutiquio, en Castiello, para tratar un proyecto cuyo objetivo es "paliar la falta de sacerdotes e incorporar a los laicos a la vida religiosa".

Jorge Cabal cumplió en septiembre un año como párroco de San Lorenzo y es el vicario episcopal de Gijón-Oriente. Está a favor de unificar esfuerzos. "No se trata de suprimir parroquias sino de aunar esfuerzos", cuenta. "Hay que entender la ciudad como algo transversal y la Iglesia debe salir al paso del movimiento de la gente", razona, sobre un proyecto que comenzará a funcionar a partir del curso que viene. Javier Gómez Cuesta, responsable de San Pedro, ya tiene perfilada la que podría ser la unidad pastoral del centro de la ciudad. La conformarían, además de su parroquia, las de San Lorenzo y San José, junto a la Basílica del Sagrado Corazón. "La pastoral, la forma de ser, de comportarse y hasta de hablar con Dios son cosas que han cambiado por eso hay que estudiar cómo transmitir mejor el Evangelio", apunta.

Andrés Fernández Díez es el nuevo párroco de Viesques. También está a favor de las unidades pastorales. "Estamos encaminados a ellas sí o sí", afirma. "La Iglesia tiene sentido si formamos comunidades. Las parroquias no pueden ser cortijos ni yo tengo por qué disponer de todo lo que necesito en ella. Hay cosas que pueden hacerse conjuntamente", valora. Lo mismo opina Fernando Fueyo, con 38 años de servicio, y adscrito a la parroquia de Gijón-El Coto. "En una ciudad, la forma de actuar y los criterios deben de ser unitarios. Cada vez hay menos curas", dice.

Eduardo Zulaiba, párroco de Fátima, en La Calzada, considera obligatorio unificar en la zona urbana. "No puede ser que se funcione de una forma en una parroquia y de otra en la de al lado. Eso descoloca", cuenta. "Es necesario y más siendo tan pocos sacerdotes. En la zona rural cada vez cuesta más mantener las iglesias abiertas", lamenta. Fidel Gil, su homólogo en la parroquia de Begoña, también considera la reorganización como un paso necesario. "Las parroquias estamos en precario en cuanto a recursos humanos. Hay que juntar actividades y fuerzas humanas para responder mejor a las peticiones pastorales", zanja.