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Con la parroquia por bandera

Somió, Veriña y Santurio se enorgullecen de contar con estandartes propios: "Dan sensación de pertenencia"

Con la parroquia por bandera

El kiosco El Peru es uno de los puntos neurálgicos de Somió. Sobre su tejado, ondea una bandera blanquiverde, con una ardilla y una estrella roja de diez puntas. Algunos foráneos se sienten descolocados, al desconocer a qué exótico país pertenece. Cuando obtienen la respuesta, se quedan igualmente sorprendidos. El estandarte no representa una nacionalidad, sino a la parroquia. A pocos kilómetros, Santurio también presume de emblema. Y al oeste, Veriña se enorgullece de tener su propio símbolo. En las tres parroquias se lleva la unidad por bandera. "Genera sensación de pertenencia", apuntan los vecinos.

La bandera de Somió hunde sus raíces a finales del siglo pasado. A finales de la década de los noventa, existía cierta sensación de agravio entre los residentes de la parroquia con el Ayuntamiento. A tanto llegó el cabreo, que las ansias secesionistas afloraron entre algunos. Se habló incluso de crear un nuevo concejo. Soledad Lafuente, actual presidenta de la asociación de vecinos "San Julián" de Somió, recuerda esos años. "Las cosas han cambiado mucho en la zona. Antes faltaba prácticamente de todo y había hartazgo", cuenta.

La vexilología es el estudio de las banderas y José Carlos Alegría, gijonés de Somió, es el actual presidente de la Sociedad Española de esta disciplina. Él tuvo la idea de dotar a los vecinos de sus propios colores. La idea prosperó y, en 2003, se anunció su creación. Su diseño final y su uso quedaron aprobados el 26 de febrero de 2004 en la asamblea general de socios. Hubo 16 diseños que se quedaron en el tintero. Reposan en la biblioteca de la sede de los vecinos de Somió. Los hay muy curiosos. Algunos dan protagonismo al color rojo; otros a un ciervo -Somió fue coto de caza- y otros apostaban por diez estrellas en lugar de una sola con diez puntas.

El simbolismo está medido al milímetro. Está dividida en dos secciones, una verde y otra blanca. Sobre la blanca, hay una estrella roja en referencia a los colores de la ciudad. La estrella tiene diez puntas, una por cada barrio de la parroquia. Sobre el fondo verde, por ser un lugar rural, hay una ardilla de color amarillo para representar la unión entre los vecinos. La bandera es un éxito. Ondea en muchas residencias de Somió, se han hecho pegatinas, mascarillas e incluso se regala. "Es algo muy nuestro y la usamos también en fiestas", reconoce Lafuente.

Al oeste, la asociación de vecinos de San Martín de Veriña también tiene bandera. Como en Somió, en la sede vecinal de la calle Editor Silverio Cañada, el estandarte cuelga de un mástil junto a los de Gijón, Asturias y España. Su creación es reciente, de 2018. "La bandera la hicieron en la anterior junta directiva", apunta Néstor Álves, el actual líder vecinal de Veriña.

La enseña recuerda a un escudo heráldico medieval. Sobre un fondo completamente blanco, el elemento con más peso es una armadura de caballero. El color azul predomina en alusión al mar Cantábrico. En el centro, posee un gran escudo dividido en cuatro sectores equivalentes. En dos sectores hay líneas blancas y azules, en referencia a los ríos de la parroquia, y en otro flores de lis de color amarillo. La bandera es recargada. Por eso, los vecinos han improvisado un logo para simplificarla. Consiste en una gran flor de lis con las siglas de la asociación. "Es más fácil de imprimir", dice Alves.

La bandera de Santurio es más modesta. Sobre fondo blanco, se estampa en el centro el blasón de la asociación de vecinos "San Jorge", que consiste en el santo homónimo montado a caballo y dando muerte a un dragón. A pesar de su sencillez, a los vecinos de la parroquia les enorgullece. Llevan cerca de 15 años con ella. Miguel Ángel Sánchez es vocal de la entidad vecinal y también el miembro de la junta directiva más veterano, con 25 años de socio. "Representa lo que somos en Santurio y para nosotros es todo un símbolo", afirma Sánchez.

En la zona urbana, también hay asociaciones que han tenido sus escarceos con las banderas. Durante el Antroxu de este año, Nuevo Roces solicitó su independencia. Fue una forma cómica de protesta por la falta de servicios. La asociación vecinal llegó a ensayar himno, acuñar su propia moneda -el nuevorocín- y desde luego su propia oriflama con un jabalí bien grande sobre un fondo verde. Y es que en Gijón, los símbolos, el barrio y la parroquia se llevan por bandera.

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