Una jornada más seguimos los pasos de nuestro ilustre viajero, esos pasos que nos permiten ver cómo era aquella España de finales del siglo XVIII a través de los ojos de Jovellanos.

Y antes de finalizar aquella jornada del 14 de agosto, recordando que teníamos a nuestro protagonista en Santander, escribe algo curioso en su Diario que muestra de modo fehaciente, los sentimientos y pensamientos de Jovellanos con respecto a algunas personas que se encontraba por el camino. Veámoslo: "Lance del alcalde mayor con Peñalba, compuesto por mí, yendo a su casa a obligarle con razón a que viniese, como vino, a dar satisfacción. No he visto jamás un juez más mal criado, más ignorante ni de menos probidad. Deshizo por miedo el mal hecho por torpeza y grosería. Su librería se reduce al Febrero y Colón de Escribanos. ¿Y estos jueces nos mandan? Visita en casa del capitán del puerto, Don Francisco Collantes, y convite a beber. Por la tarde a ver la iglesia de San Francisco, donde hay una Magdalenita en capilla a la derecha y un Ecce Homo en el colateral del evangelio. En la sacristía, un bellísimo Crucifijo con San Juan y la Virgen. A casa de Colosía, donde vimos los planos de las nuevas obras, su buena librería, donde hay una Instrucción náutica del Doctor Diego García, oidor de Méjico, y El Cisne de Apolo, que es una poética de Don Luis Carvallo, nuestro historiador. Fuerte tormenta; no fuimos a casa de Collantes a beber, y después nos disculpamos. A todo nos acompañó Don Nicolás de Faes, administrador de Correos, y ya a las once encontré a Don Andrés Cortázar, antiguo y desgraciado criado de los Valdecarzanas. Es tarde; a dormir. Hay en Santander un convento de clarisas, y el obispo funda un hospital, casa de expósitos y recogidas, etcétera".

El alcalde mayor, como se acaba de leer, no sale muy bien parado a los ojos de Jovellanos. Hay que decir que en 1791, era alcalde mayor de Santander, Antonio Fernández de Estrada, y casualidad añadir que la casa donde residía, en el numero 30 de la calle Alta, es el inmueble habitado mas antiguo que se conserva en la capital cántabra a día de hoy.

En esta vivienda, con escudo nobiliario en uno de sus ángulos, residía el alcalde junto a su esposa y parienta Francisca de Estrada y Rivas-Cacho. La familia Estrada parece tener raíz en Estrada, ayuntamiento de Val de Vicente, perteneciente a San Vicente de la Barquera. Los Estrada que se afincaron en Santander lo hicieron a partir del siglo XV en Peñacastillo a la entrada de la ciudad. Tenían un lema que pervivió en la historia y que decía "Yo soy la casa de Estrada, erguida en este peñasco, mas antigua que Velasco, y al rey no le debo nada".

Lo dicho, el alcalde mayor, miembro de la familia Estrada, no deja buen recuerdo ni buena impresión en nuestro protagonista.

Menciona también su visita al desaparecido convento de San Francisco, que se ubicaría en el lugar donde hoy se levanta el actual Ayuntamiento. El origen del convento hay que buscarlo, según cuenta la tradición que mezcla leyenda e historia, allá por el siglo XIII, con el desarrollo de la orden franciscana por toda Europa. Hasta el siglo XVII mantuvo prácticamente su traza original, hasta que le añaden grandes cambios de estilo clasicista que modifican su forma original. Esas transformaciones arquitectónicas se deben a Juan de Naveda, artista ligado a la ciudad de Oviedo, ya que es quien diseña la girola actual de la catedral ovetense y proyecta la fachada del ayuntamiento de la capital asturiana aprovechando el trazado de la muralla de la ciudad.

El convento es desamortizado y a finales del XIX se construyen sobre sus restos, el ayuntamiento y el mercado de la plaza de la Esperanza.

También cita, y es que este párrafo es rico en información, un convento de Santa Clara. Y así fue, porque el convento fue consagrado en torno al año 1656, de nuevo ubicado en la calle Alta, ya citada como vivienda del alcalde mayor vilipendiado, y proyectado por fray Lorenzo de Jorganes.

Maria de Oquendo, viuda del gran armador Fernando de la Riva Herrera, es quien financió su construcción. Destaca en el conjunto, sobre todo, la iglesia de nave única cubierta con bóveda de cañón.

En 1835 fue desamortizado y transformado en fábrica de tabaco. Algo parecido a lo que le ocurrió al convento de Agustinas Recoletas en Gijón. Hoy sin uso, sigue a la espera de ser transformado en sede del Tribunal Superior de Justicia de Cantábria, como está previsto.

En frente del antiguo convento de clarisas existió, y también lo cita don Gaspar, un hospital de expósitos, que hoy es sede de la Asamblea Regional de Cantabria.

Y la jornada del 14 de agosto finaliza allí, al día siguiente reinicia camino y nos cuenta esto "desayuno; embarco en la falúa de Colosía; tomamos los caballos en el banco del Puntal. Lugar de Langre: ería padronera; vega de Galizano, bien poblada y cultivada; pero, en general, hay poquísimo cultivo y está la población muy reunida. Encinares, viñas, bastante arbolado, aunque ruin. Lugar de Ajo; Meruelo (donde se preparó la concordia de los siete infantes)".

Varios aspectos a desgranar aquí, en primer lugar cita la falúa de Colosía, decir que una falúa es un bote grande con dos mástiles y carroza a popa, y usada para personas de cierto estatus. En realidad Jovellanos nos habla de su paso por la bahía santanderina, hasta el Puntal, que se corresponde hoy con el arenal de Somo. De hecho existe una playa llamada El Puntal en ese entorno y son dignas de mención, por su belleza, las dunas del Puntal y estuario de Miera. Utiliza, usando terminología propia del asturiano, la palabra Ería padronera, que hace referencia a un espacio donde se podía sembrar en el año trigo o también maíz a la vez, según acomode a los dueños de las distintas heredades que comprende.

Después de navegar la bahía y arribar al arenal de Somo, llega a la aldea de Langre y de ahí hasta Galizano, a continuación Ajo y cita Meruelo, que sería en verdad un municipio, donde existen varios pueblos que llevan este topónimo, como San Miguel de Meruelo o San Mamés de Meruelo. Y menciona la concordia de los siete infantes, y es que en este municipio se reunían los diputados de la Junta de Sietevillas. La merindad de Trasmiera, entre la bahía santanderina y Santona, estaba formada en origen por cinco Juntas, que serian Cudeyo, Siete Villas, Cesto, Ribamontán y Voto, añadiendose en 1589, Argoños, Santona y Escalante.

Y el viaje lleva a Jovellanos hasta Laredo, una de las villas más turísticas de Cantabria en la actualidad. Y Jovellanos dice lo siguiente en este punto de su trayecto: "Arenal de Laredo, de una buena legua de largo, en forma de media luna, sobre la playa. Laredo; posada respectivamente mediana; comimos mal por haber llegado a las dos y no poderse disponer hasta las cuatro. Aparato de tempestad: truenos, lluvia; resolución de no partir hasta mañana. Siesta hasta las nueve de la noche. Siguen constantemente truenos, relámpagos, agua. Este día empecé a sentir una notable picazón en todo el cuerpo, que ha seguido constantemente, y algunos momentos me devora; no sé si será efecto del calor, del vino, de los alimentos salados y picantes, del camino o de algún contagio de las camas; ello dirá".

Nota cierta desazón nuestro viajero en Laredo, y dice que siente picazón en todo el cuerpo que achaca a algún alimento, al calor o al vino. Les coge mal tiempo esa madrugada, pero será el anticipo a una larga jornada el día 16 de agosto que le llevará desde Laredo hasta la capital vizcaína, Bilbao.

Lo que ocurre en ese tramo entre Cantabria y el País Vasco, y cómo describe Laredo, lo vemos en el próximo capítulo, siempre apasionante, de este viaje que hacemos con nuestro ilustre viajero.