La canción "Mi limón, mi limonero" era el tema favorito de Florentino Gordillo. Y, según dijeron algunos de sus amigos ayer, quizás una de los únicas que se supiera al completo. Por eso, sus allegados la cantaron a capella en su funeral. Quisieron cerrar el oficio religioso con una sonrisa y lágrimas de emoción. Y hacerle llegar la letra a Floro, "allá donde esté".

José Ángel Gordillo, el hermano del finado, estuvo en primera fila en el tanatorio de Gijón-Cabueñes, acompañado de sus hijas durante el oficio, a cargo del párroco de Cabueñes, Celso González García. Una de las sobrinas de Gordillo sostuvo durante la misa una rosa roja y otra blanca. "Ha tenido la despedida que se merecía. Quiero dar las gracias a todo el mundo", afirmó el hermano.

La ceremonia, con estrictas restricciones de aforo, registró el lleno en la capilla. Celso González elogió la figura de Gordillo, al que glosó por su afable carácter. "Fue amable, cariñoso, un gran organizador de eventos y le gustaba mucho el deporte".

En el funeral, estuvieron otros familiares de Gordillo, como José Vega, uno de sus primos. "De cara al Ayuntamiento, debería pensarse lo de ponerle una calle", dijo. Quienes no estuvieron fueron sus padres. Su madre se encuentra delicada de salud. "Cuando salía de juerga, le gustaba dar vueltas en las rotondas con el coche y la música a todo trapo", destacó con cariño Vega. Mucha gente tuvo que quedar fuera del tanatorio, por las medidas de seguridad. El sepelio terminó con otra estruendosa ovación a los restos mortales de Florentino Gordillo, que fueron después incinerados. La nota emotiva se produjo cuando el cura pidió que cantaran una canción. En pocos segundos todos empezaron a cantar "Mi Limón, mi limonero", el tema que siempre tenía en la boca Floro, "un crack que se va".