Mientras, ayer una hostelera de la zona se sumó a las protestas de varios vecinos del lugar, registrando una queja en el Ayuntamiento por las obras. "Me va a arruinar", se queja Ana Ferreiro, que tiene su local cerrado al público hasta la próxima semana, criticando que el gobierno local "no tuvo en cuenta nada". Por ejemplo, explica, la actual pasarela provisional "no permite casi que entren los clientes al local, no podría pasar ni un carrito de bebé". Una problemática que va a más si finalmente se construye en la confluencia entre ambas calles una plazuela peatonal. "Perdería el lugar que utilizamos para carga y descarga. ¿Cómo me van a servir la mercancía?", se pregunta. Otro de los grandes problemas es la pérdida de aparcamiento -alrededor de 30 plazas cuando finalice la obra-. "Muchos clientes dejarán de venir, porque no van a tener dónde aparcar", asevera. Ferreiro entiende que "ensanchar las aceras era muy necesario, pero no quitar aparcamientos", por lo que pide "que nos den soluciones y faciliten las cosas a la hostelería".