Lo que podía ser una oportunidad de oro para el puerto de El Musel, para incrementar su tráfico de contenedores aprovechando la huelga de la estiba en el puerto de Bilbao, se está convirtiendo en una pesadilla. La deficiente automatización del acceso a la terminal, una aduana que cierra en fin de semana y en la que el trámite se hace a mano y la falta de una segunda báscula para el pesaje de los camiones, han provocado el colapso de la terminal gestionada por el grupo APM, incapaz de absorber un incremento del 30% en sus tráficos en los últimos días.

El efecto acumulativo en los retrasos se ha traducido ahora en esperas de diez horas para los camioneros, según denunció ayer el presidente de la patronal Cesintra, Alejandro Monjardín.

La naviera Containerships, que cuenta con una linea semanal de contenedores entre El Musel, Liverpool y Dublín, ha desviado a Gijón dos de sus barcos que unen Bilbao con las Islas Británicas, incrementando el número de trenes y camiones que traen a El Musel. Se trata a priori de una situación transitoria por el conflicto en el puerto vasco. Conseguir que fuera permanente el cambio hacia Gijón de una parte de la operativa se antoja difícil a la vista de lo que está ocurriendo. Uno de esos barcos, que tenía que haber zarpado el viernes tuvo que quedarse en El Musel hasta ayer por el cierre de la aduana cuando aún no había cargado 40 contenedores.

"Esta naviera nueva puede acabar marchando", opina uno de los camioneros tras diez horas de espera. En el puerto de Bilbao, con suficientes accesos y básculas, el paso de los camiones por la puerta y por la aduana está automatizado, controlado mediante cámaras y con la entrega de un pin por parte del transportista, con toda la tramitación realizada telemáticamente con antelación, explica.

En Gijón, pese a ese pin, el camionero tiene que dar datos adicionales al único operario que hay para las entradas y las salidas, entregar el papel en la aduana y esperar a que quede libre la única báscula. Los trenes, aunque tienen preferencia, están obligados a lo mismo.

Los transportistas llevan años reclamando la modernización de la terminal, que acaba de quedarse sin director, tras una reestructuración en APM que implica que sus cuatro terminales en España se gestionarán por departamentos desde La Haya, Barcelona o Valencia.