La iglesia de San Pedro fue el escenario ayer para la emotiva despedida que familiares y amigos tributaron a Ramón Ortea Fanjul, el emprendedor gijonés que falleció en la mañana del martes a los 101 años tras "una vida de novela". Ortea Fanjul, mutilado en la Guerra Civil, conoció en Italia a la que sería su esposa, Cesarina Tugnoli, la enfermera que le cuidó en Bolonia mientras le colocaban una prótesis en una pierna. Triunfó como empresario textil en Brasil a mitad de siglo, pero abandonó Sudamérica cuando asesinaron a la mayor de sus cuatro hijos, Cristina Ortea. También fue un consumado nadador de aguas abiertas a pesar de carecer de una extremidad. "Su vida fue una aventura constante", indicó su hijo Pedro Ortea, otro exitoso empresario, consejero delegado de la firma Ascensores Tresa.

Ramón Ortea fue el pequeño de siete hermanos. Su infancia la pasó en la calle Marqués de Casa Valdés, donde vivían sus padres, Bernardo Ortea y Aurora Fanjul. Su padre regentó durante años un varadero en la zona de Fomento, muy cerca de lo que hoy es la playa de Poniente. "Ese negocio lo conocían en Cimadevilla como 'el carro de Ortea'", apuntó Alejandro Ortea, su sobrino.

Ramón Ortea combatió en la Guerra Civil. Escapó a pie a León y se formó como oficial en África. Fue coronel del Cuerpo de Mutilados de Infantería y Caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. En el conflicto, fue herido y perdió una pierna. Acudió a la ciudad italiana de Bolonia a colocarse una prótesis en plena Segunda Guerra Mundial. En el hospital, se enamoró de Cesarina Tugnoli, su enfermera y ahora su viuda. Se casaron años después en secreto en Candás (no pudieron hacerlo en público porque España prohibía enlaces con ciudadanos de países que habían perdido la Segunda Guerra Mundial). "Fue un matrimonio de 74 años y estuvieron seis de novios", añadió Pedro Ortea.

Antes de emigrar a Brasil, nació Cristina Ortea, su primera hija. Hacia la década de los cincuenta se asentaron en São Paulo. Ahí nacerían sus otros tres vástagos: Claudio, Beatriz y Pedro. Ramón Ortea hizo fortuna regentando una fábrica textil. Volvieron a Europa, primero a Italia y luego a Gijón, en los años setenta. Antes, en Brasil, la tragedia les había golpeado con dureza. Su hija mayor fue asesinada a tiros por un pretendiente al que rechazó. Su asesino la mató en el colegio y se quitó la vida.

Ya en Gijón, invirtió en inmuebles y tuvo una gasolinera. Fue un consagrado nadador. Ganó en 1950 la travesía a nado entre Gijón y Candás. Era un habitual del Club de Regatas y hasta los últimos días de su vida salió al Cantábrico a dar brazadas. Su funeral será hoy, a las 17.30 horas, en la parroquia de La Asunción.