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Día de puerto y templos en Castro Urdiales

El ilustrado gijonés destaca las embarcaciones de pesca de sardina, atún y besugo a su llegada a la localidad cántabra, donde se detiene en el convento de San Francisco, hoy desaparecido

Día de puerto y templos en Castro Urdiales

Las huellas de Jovellanos quedan marcadas allá por donde pasa, y su diario es la estela de ese camino que nuestro ilustrado trazó en su viaje vital. Siempre es un placer sumergirse en los renglones escritos por el prócer en la tranquilidad de la noche. Viajar con él y por donde él pasó, a modo de guía turística ilustrada.

Dejábamos a nuestro protagonista prácticamente saliendo de Laredo, aquella madrugada tempestuosa del 16 de agosto de 1791, y además con una sensación de cierto desasosiego por una "picazón" que achacó a efectos del calor, a algún alimento picante, al contagio de alguna cama o al vino. Así lo describe en el diario: "Día 16, martes. Al despertar a las tres, gran tormenta de truenos; agua que dura hasta las cuatro y media, en que estamos; no sé en qué parará; sigue mi picazón y tal cual grano donde anduvieran las uñas; tomé anoche dos vasos de agua de limón; y seguiré. Serenó el tiempo; salimos; enorme subida que empieza a la salida misma de la posada, y sigue fuera de ella por una calzada alta, molestísima y precipitada en tanto grado, que ha sido preciso empedrar en espiral el centro de piedra arenisca (lo demás es caliar); vista del valle de Liendo, bien cultivado, plantado y poblado; sin embargo de ser de lo mejor de La Montaña, no excede en fertilidad a Asturias".

Mal tiempo aquella madrugada veraniega que vio partir a nuestro ilustrado camino de Bilbao a donde llega el mismo día 16, pero lógicamente el tránsito entre Santoña y Bilbao alcanza los 70 kilómetros y mucha tela por cortar nos queda en ese trayecto que Jovellanos desgrana en su diario.

Dice lo siguiente: "Cruelísima cuesta de Candina, de piedra muy dura y quebrada. Barca de Oriñón. Sigue el mal camino. Urdiales. Castro Urdiales, puerto de pesca, de quinientos vecinos, con treinta y cuatro lanchas grandes para atún y besugo y veintinueve para sardina. La antigua iglesia y castillo, fundados en un peñón sobre el mar, parecen obra del siglo XIII, aunque la población es atribuida a D. Alfonso IX de León. Desde el castillo siguen dos puentes: el uno de un arco altísimo fundado sobre el continente y sobre una roca aislada, y el otro sobre éste y otro islote que están paralelos. D. Taranco, mi antiguo amigo, a quien encontré allí (sirvió en Guardias españolas), dice que cerrando estos puentes quedaría un seno abrigado fuera de la actual dársena, donde pudieran acogerse muchos buques grandes. El cálculo de esta obra es de ciento cincuenta mil reales. La dársena, que está al pie de la iglesia y es cerrada, con una entrada sola, es seca y no puede servir sino para barcos de pesca".

Tiene que pasar Jovellanos por una de las poblaciones más importantes de la costa oriental de la actual Cantabria, Castro Urdiales. Y en este fragmento hay muchos aspectos a comentar y creo que esta villa lo merece.

Cita previamente la dureza de las rampas del monte Candina, muy cerca de las poblaciones de Sonabia y de la también mencionada Oriñon, donde habla de una barca, que existía en esa zona para pasar el río Agüera en su zona de desembocadura, que forma la ría de Oriñon. Hoy preciosa zona turística y gran arenal de playa. Llega así, bien de mañana, tras El Valle de Liendo y la propia Oriñon, a Castro Urdiales y no se para en demasía pero sí lo suficiente para citar la iglesia y el castillo. Él los sitúa en el siglo XIII, pero su origen es más antiguo, seguramente el siglo anterior, y una fecha más exacta sería 1163, ahora entenderéis por qué.

Castillo e iglesia formaban un entramado de carácter defensivo, bastante inexpugnable. Servía incluso de salida hacia el mar en caso que los lugareños se vieran obligados a ello, como en alguna ocasión en la historia ocurrió, como cuando en 1814 ante la entrada de tropas napoleónicas, vecinos del lugar se embarcaron aquí hacia Inglaterra, bien protegidos en ese recinto amurallado.

En 1853, sobre la construcción del castillo, se levantó el faro y allí hubo farero hasta la destrucción de la casa del mismo, ya en el siglo XX.

La iglesia de Santa María de la Asunción es una importante obra gótica construida si, en este caso en el siglo XIII, aquí no se equivocaba mucho Jovellanos, con planta basilical de tres naves y transepto. Destacan en la zona de la girola las capillas de Santo Tomas, el Crucifijo, Santa Maria y Nuestra Señora la Blanca. Las obras se prolongaron hasta el siglo XV, y como el resto de la villa estaba bajo la protección del rey Alfonso VIII, que en aquel año de 1163 otorga carta puebla y concede a la villa categoría de realengo, además de privilegio de villazgo y fuero.

Castro Urdiales es citada ya en documentos muy antiguos cuando se habla del Castrum Vardulies, o castro de los vardulos, grupos de población en esta zona antes de la llegada de los romanos. De ahí viene el nombre actual de la población.

Es digno de mención aquí, que en al año 1296 nació en Castro-Urdiales, la llamada Hermandad de la Marina de Castilla con Vitoria, en la que participan también San Vicente de la Barquera, Santander, Laredo, la propia Castro Urdiales, Bermeo, Guetaria, San Sebastián y Vitoria. El fin principal de la Hermandad era proteger el comercio marítimo y junto al Rey mantener los fueros y evitar abusos de la nobleza.

Jovellanos añade algo más: "Parece que eran de Castro algunas de las naos que estuvieron a la conquista de Sevilla; particularmente la que rompió la cadena y puente; tiene éste por armas. Dista Castro de Laredo cuatro malditas leguas; tomamos un desayuno, vimos el convento de San Francisco, que está a la entrada; tiene una grande iglesia; lo más particular de ella es un cuadro de San Sebastián, que se halla en el altar de una capilla del lado del evangelio; me pareció bellísimo. El tiento y la compasión con que un ángel muchacho saca una saeta clavada en la parte inferior del pecho del santo están expresadas con la verdad más exacta".

Es cierta esa aseveración de que varias naos partieron de aquí hacia la toma de Sevilla por parte de Fernando III el Santo en 1248, como otras poblaciones norteñas participaron en este hecho histórico tan relevante, y también tienen por escudo el barco rompiendo la cadena, en Asturias, es buen ejemplo de esto la ciudad de Avilés.

Y añade una visita al convento de San Francisco, hoy desaparecido, ya que había sido suprimido en el XIX tras la desamortización de Mendizábal y fue derruido en 1935. Es decir, que por desgracia, del antiguo convento que era originario del siglo XIII no queda nada y nos guiamos, nunca mejor dicho, de las palabras, en este caso, de Jovellanos.

Tras desayuno, llega a comer, y no muy bien parece ser, a las cercanías de Somorrostro, ya en territorio vizcaíno, y Jovino cita lo siguiente: "Caminando a Somorrostro, antes de La Haya, se halla una vena de hierro. Fito de la Haya, media legua antes de Somorrostro; malísimo camino; en éste malísima posada; comimos en la taberna, y es visto que muy mal; continuación del camino, vista de los montes que dan la vena a la derecha, y de algunas bocas de minas; sus caminos hasta el río. Romería de San Roque en una ermita graciosamente situada en alto, a la manera de Contrueces; bajada al Desierto. Convento de carmelitas descalzos, situado entre dos brazos de la ría de Portugalete; todo bien cercado; con bosque; una bellísima vega".

De todo este párrafo, donde Jovellanos siempre se fija en temas mineros e industriales me interesa hacerme eco de eso que menciona de bajar al "desierto". Se refiere al convento, ya totalmente desaparecido, de San José del Desierto, que había sido creado en el mismo siglo XVIII hacia 1719 pero que ya en el XIX estaba semiderruido.

Jovellanos está aquí ya en Portugalete a orillas de la ría, pero esa zona y lo que en ella observa hasta entrar en Bilbao lo vemos en el próximo capítulo.

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