La autovía del Cantábrico se ha convertido en 24 horas en una frontera artificial para Deva. Sobre el papel, el territorio que queda al norte de la A-8 estaría incluido dentro del cierre perimetral de Gijón, El Ayuntamiento considera que, a efectos prácticos, casi toda la parroquia está dentro de la zona cerrada. Pero ayer los vecinos de Deva eran un mar de dudas. "No hay quien se aclare", afirma Antonio García, el líder vecinal de Deva, quien reclama un mapa detallado.
Mientras ese documento llega, en Deva se dan situaciones que llaman la atención. Como la de los hermanos Luis Miguel y Pablo Meana. El primero vive en el barrio de San Antonio. O sea, al sur de la autovía. Y el segundo trabaja en el merendero de La Curuxa, al norte de la A-8. Como el segundo vive en el barrio de El Coto, en Gijón, el primero se cuestiona si podría ir a beber unos culinos al bar de su familiar. "Es una cosa curiosa, pero no queda más remedio que acatarla para frenar el virus", cuentan ambos.
"¿Que no podemos ir al barrio de La Olla? Pues menudo problema", ironiza Roberto Álvarez, un vecino del barrio de La Riera que ayer aprovechó la jornada dominical para calzarse las madreñas y limpiar las hojas secas a la puerta de su vivienda. "Esto es un poco bobada, pero si hubiéramos respetado todos igual esto no pasaba ahora", añade el vecino, de 81 años de edad.
Juan Caso regenta el merendero Casa Yoli, al sur de la autovía. Las dudas sobre el cierre de Deva no parecen empañar su felicidad por la remontada de ayer del Sporting frente a la Ponferradina. "Las cosas deberían madurarse más y quizás lo más recomendable sería cerrar todo el concejo", añade.
Tampoco lo tenía claro Enrique Álvarez, un ciclista que recorrió Deva. "Hemos preguntado a los vecinos y por aquí nadie parece tenerlo claro", cuenta este deportista amateur que, al igual que el resto de la parroquia de Deva, ayer estaba dividido por las dudas de a qué parte podía acceder.
