La obra de rehabilitación del Palacio de Vistalegre, en la parroquia de Somió, deberá mantener los elementos más singulares del inmueble, en el que residió la familia Felgueroso hasta el año 1977 y que los arquitectos José Pis y Mario Carrera quieren transformar en ocho viviendas de lujo, en un ambicioso proyecto urbanístico. Así se recoge en el plan especial para la finca que se presentará en la comisión de Urbanismo de hoy. A posteriori, será el gobierno local quien dé la aprobación inicial al documento, que deberá obtener después el visto bueno del Pleno municipal.

En el documento que hoy se entregará a los grupos políticos se explicita que “deberá mantenerse y rehabilitar la escalinata y la marquesina de la fachada, aunque se mejore su accesibilidad”. Igualmente, se remarca que habrá de mantenerse “la escalera principal de acceso en su actual ubicación”. No terminan ahí los condicionales que conlleva el plan especial. También se explica que “deberá recuperarse en la planta primera el doble arco de la escalera y su decoración y en la planta baja la reconfiguración del acceso deberá de mantener el espacio con sus elementos decorativos” como serlianas o aplacados de cerámica decorada.

En su proyecto, Pis y Carrera buscaban ya proteger parte de los elementos singulares, como las fachadas, frontones y pináculo, la torre y su cúpula con escamas de zinc, la columnata jónica y las cristales del porche sur, los mosaicos de azulejos del zaguán o las vidrieras emplomadas. Además, la intención es recuperar, en la medida de lo posible, las molduras en paredes y techos, “al menos en las zonas de día de las nuevas viviendas”.

Una tarea que no ha sido sencilla, ya que el palacio lleva varias décadas en un desastroso estado de conservación debido a un incendio producido en los años 90 cuando la ingeniería ERPO lo utilizaba como oficinas. Por ello, la constructora que quiere impulsar este nuevo proyecto urbanístico, ha procedido ya a la realización de una obra de consolidación, demolición parcial y desescombro del palacio, ya que “el paso del tiempo había contribuido al deterioro del bien catalogado, que para aquel entonces había perdido la cubierta y presentaba importantes problemas que dificultaban su conservación, motivo por el que la necesidad de acometer las obras de consolidación era perentoria”. En estas obras, se han acopiado cristaleras, mosaicos de cerámica o barandillas para su reutilización.

Durante este tiempo, explica la empresa en la memoria del proyecto, “se ha caído gran parte de la cubierta, así como parte del forjado de suelo de planta primera y parte de los muros maestros”. “También alguno de los frontones de los casetones de cubierta. Se mantiene milagrosamente el casetón de cubierta y toda la caja de escalera, con su cubierta, así como la cúpula escamada de zinc”, indica.

El proyecto constructivo, que ya cuenta con el visto bueno del Principado al informe ambiental estratégico, busca construir en el emplazamiento ocho viviendas de lujo, divididas en tres plantas. Tendrán 156,10 metros cuadrados, contarán con piscina y área recreativa común y con jardines privados. Además, las antiguas cocheras y un almacén se van a demoler y, en su lugar, se prevé construir un nuevo edificio de servicios terciarios o empresariales. Se valora la demolición de otras edificaciones de menor entidad.

La finca cuenta 7.427,59 metros cuadrados protegidos en el Catálogo Urbanístico municipal, incluida su masa vegetal. No obstante, la intención de la constructora es reducir la superficie catalogada a 6.142,61 metros cuadrados, segregándose una parcela de 1.248,80 metros. El presupuesto inicial que maneja la constructora para acometer la actuación asciende a 2,7 millones de euros, de los que 1,5 millones se destinarán a rehabilitar el palacete, 800.000 euros al nuevo edificio y 150.000 a actuaciones en el jardín.