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Los árboles eliminan cada año en la ciudad 441,5 kilos de contaminación atmosférica

El bosque urbano tiene 38.772 ejemplares, 10.271 en calles | El 30 por ciento son especies asiáticas y la mayoría se plantó en los años 80 y 90

Árboles en la zona de Las Mestas

Los árboles de Gijón eliminan 441,5 kilogramos de contaminación atmosférica cada año, por un valor económico de 96.800 euros. Así se desprende de un ambicioso informe realizado por el Ayuntamiento, el primero de este tipo que se hace en la ciudad, en colaboración con el servicio forestal de Estados Unidos, que analizó los datos recogidos por el Consistorio durante años, en un largo y complejo trabajo de campo, que conllevó la geolocalización, estudio y medida –perímetro de tronco y volumen de copa– de los ejemplares existentes en el casco urbano. En total, están identificados 38.772 ejemplares, aunque el estudio solo recoge los 10.271 situados en calles y avenidas, que tienen un valor estructural de 7.750.000 euros.

Una mujer pasea junto al arbolado de Las Mestas. | Á. G.  D. M.

Una mujer pasea junto al arbolado de Las Mestas. | Á. G. D. M.

Estas son solo algunas de las propiedades más destacadas del bosque urbano, que ayuda a “mejorar la calidad del aire eliminando sus contaminantes, reduce la temperatura, y hace disminuir el consumo de energía en los edificios”, según resalta el documento municipal. En el caso concreto de la contaminación, la masa arbórea gijonesa capta esencialmente ozono, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, dióxido de sulfuro y partículas PM 2,5.

El informe destaca además otros beneficios cuantificables, al margen de la contaminación: el arbolado urbano gijonés secuestra casi 75,54 toneladas métricas de carbono por año, con un valor asociado de 12.100 euros, lo que “ayuda a mitigar el cambio climático”. Además, se calcula que los árboles de la ciudad almacenan 799 toneladas de carbono, por un valor de 128.000 euros.

Además, el estudio cuantifica en 201,4 toneladas métricas de oxígeno al año la producción de este gas esencial que realiza el bosque urbano de la ciudad. E igualmente, remarca que “los árboles y matorrales de la ciudad ayudan a reducir las escorrentías por valor de casi 590 metros cúbicos al año, con un valor asociado de 1.100 euros”.

Poda de magnolios en Álvarez Garaya. | Á. G. D. M.

Unos beneficios que también puede ver la ciudadanía, ya que “los árboles afectan al consumo de energía de los edificios, al dar sombra y proporcionar un enfriamiento evaporativo, obstruyendo también los vientos en invierno”. Gracias a ello, se calcula que los ejemplares presentes en el casco urbano reducen los costes relacionados con la energía de los edificios residenciales en 3.060 euros al año.

En total, en la ciudad crecen 38.772 árboles, de los que se han estudiado 10.271, los denominados como arbolado viario (aquellos plantados en calles o medianas de avenidas, no en zonas verdes), que cubren 9,77 hectáreas, mientras que sus hojas llegan a las 40,35 hectáreas. A estos hay que sumar las especies que se encuentran en los grandes parques o jardines.

Bosque urbano en la avenida de Juan Carlos I.  | Á. G.  D. M.

Bosque urbano en la avenida de Juan Carlos I. | Á. G. D. M.

El arbolado de Gijón es, en su mayoría, joven, plantado en los años 80 y 90, y entre las especies más comunes, destacan el ligustrum japonicum (16,1%), la tilia cordata (11,5%) y el carpinus betulus (5,3%). En total, casi uno de cada cinco árboles de la ciudad es una especie nativa europea, mientras que los árboles provenientes de Asia suponen casi un 30%. El estudio explica que “el aumento de la diversidad de árboles puede minimizar el impacto general o la destrucción por un insecto o enfermedad específica de una especial, pero también puede presentar un riesgo para las plantas nativas”, sobre todo, cuando se introducen plantas invasivas.

La calle Uría. | Á. G. D. M.

La intención municipal es volcar todos estos datos a la web del Ayuntamiento la próxima semana, disgregados árbol por árbol. Así, se puede ver cada ejemplar de la ciudad, geolocalizado, identificado con su especie y con sus valores ecosistémicos especificados –cuánto CO2 recoge o cuánta contaminación elimina y cuánto dinero supone eso–. Además, se valorará el riesgo de cada ejemplar, por si fuera pertinente su mejor conservación o su tala. El informe es un análisis sin precedentes de la masa arbórea local.

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