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Un nubarrón de plástico sobre Madrid

Un estudio liderado por el catedrático de Gijón Roberto Rosal concluye que en el cielo de la capital se concentra un billón de residuos sintéticos contaminantes

Aviocar C-212 del Ejército del Aire utilizado en la toma de muestras.

La presencia de microplásticos en el ambiente marino está bien estudiado desde hace años, pero ¿qué pasa con el aire? ¿Pueden los microplásticos “volar” y llegar lejos al igual que sucede en el entorno acuático? Un estudio liderado por el gijonés Roberto Rosal, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Alcalá, ha obtenido una respuesta rotunda para estas preguntas sin respuesta hasta ahora: la atmósfera también sufre este tipo de contaminación de forma muy llamativa y a alturas considerables. En Madrid, ámbito geográfico de este estudio, se estima el número total de microplásticos en el aire sobre el centro de la urbe en aproximadamente de “un billón de partículas”, explica Rosal, que también analizará próximamente en profundidad cómo la lluvia ayuda a que estos microplásticos flotantes se depositen en el suelo.

El estudio pionero que el gijonés ha hecho con Ángeles Aguilera, coordinadora del Grupo de Diversidad y Evolución Microbianas del Centro de Astrobiología; Carlos Edo, investigador de la Universidad de Alcalá; Francisca Fernández, catedrática de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, y Miguel González-Pleiter, investigador también de la Autónoma, se basa en muestras tomadas a bordo de aviones del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial de España, con el apoyo operativo del 47.º Grupo Mixto del Ejército del Aire. Esas muestras han determinado que hay concentraciones “equivalentes a un billón de microplásticos” en el cielo de Madrid. Y no solo eso. Los cálculos de trayectoria indican que parte pueden viajar “cientos o miles de kilómetros antes de depositarse”. Algunas fibras que salieron de Madrid llegaron hasta Francia o Bélgica.

El profesor gijonés Roberto Rosal.

El estudio se encarga en primer lugar de aclarar que los microplásticos pueden llegar a ser tan pequeños como una bacteria, y que, además de pequeños fragmentos de plástico que generalmente proceden de la disgregación de objetos de mayor tamaño, también pueden ser también fibras. “De hecho, la ropa sintética es una fuente inagotable de pequeñas fibras de poliéster o acrílicas, que son también microplásticos”, recalcan los investigadores. De esta manera, un material estrechamente relacionado con estos residuos y que cada vez está más presente en el medio natural son las fibras artificiales: materiales naturales, como celulosa, algodón o lana, que han sufrido procesos industriales que los convierten en extraños al medio ambiente. “El riesgo en este caso proviene de su contenido en sustancias químicas artificiales, como suavizantes o colorantes”; advierte Roberto Rosal.

Los microplásticos se han encontrado en lugares tan remotos como el Polo Sur. “Nuestro equipo ha identificado partículas en un arroyo estacional de una zona especialmente protegida de la Antártida, donde el acceso lleva regulado estrictamente desde 1966”, recuerda el catedrático gijonés, interesado a partir de estos datos en analizar cómo se comportan los residuos en el aire.

Los datos disponibles hasta ahora indican “tasas de depósito atmosférico de varios cientos de microplásticos por metro cuadrado y día, incluso en ambientes alpinos relativamente alejados de grandes núcleos de población”. Estos datos sugieren que los microplásticos “pueden alcanzar alturas considerables y ser transportados grandes distancias por los vientos en altura”. Sin embargo, hasta ahora nunca se había determinado su presencia más allá de pocos metros sobre el nivel del suelo.

Gracias al apoyo del 47.º Grupo Mixto del Ejército del Aire, el equipo de investigadores pudo realizar muestreos directos a bordo de aviones, entre 1.500 y 2.500 metros sobre el nivel del suelo, volando por encima de las localidades de Madrid, Guadalajara y zonas semiurbanas y rurales del centro de la Península. No ha sido tarea fácil: “Se requerían muchos permisos porque hay muchas restricciones sobre el tráfico aéreo en el centro de Madrid, así que para próximos muestreos estamos viendo la forma de utilizar globos aerostáticos”, señala el gijonés.

Los plásticos recorren distancias enormes: de España a Inglaterra o Bélgica

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Los datos de esos muestreos confirman que en la atmósfera hay varios tipos diferentes de microplásticos y fibras sintéticas, que su concentración es mayor en la zona urbana y que los plásticos identificados incluyen poliésteres, poliamidas y poliolefinas, que se encuentran entre los plásticos más utilizados, así como fibras artificiales como viscosa o algodón teñido, sobre todo de azul.

La concentración medida alcanzó los 13,9 microplásticos por metro cúbico en Madrid, “unas diez veces más que en las zonas rurales”, lo que ha permitido estimar el número total de microplásticos en el aire sobre el centro de Madrid “en aproximadamente un billón de partículas”.

El estudio, publicado en la revista “Science of the Total Environment”, también determina que muchas de las partículas de microplástico se depositan en las primeras 24 horas no demasiado lejos del punto en el que fueron muestreadas. “Sin embargo, un número importante es capaz de recorrer grandes distancias antes de depositarse”, advierte Rosal, quien señala que las tasas de depósito para la zona del Golfo de Vizcaya estarían entre 0,1 y 10 microplásticos por metro cuadrado y día considerando únicamente las partículas que salieron de Madrid 24 horas antes”. Además, una fracción significativa de ellas puede alcanzar el sur de Inglaterra, Bélgica y el norte de Francia, a más de mil kilómetros de donde se detectaron.

Una evidencia de que la lucha contra la contaminación debe ser cada vez más global y por tierra, mar, y ahora también por aire.

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