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Bodas de plata de radiante juventud

El Conseyu de la Mocedá celebra sus 25 años de trayectoria con el temor a que la pandemia eleve aún más el paro entre veinteañeros

Por la izquierda, las técnicas y voluntarias Marián Solórzano, Andrea Sutil, Nanús González, Paloma Navarro, Aridane Cuevas (presidenta), María Antuña, Sofía Villa y Sandra Díaz, ayer, en la sede del Conseyu de la Mocedá.

Corría el año 1995 cuando un grupo de entidades juveniles de Gijón, tras varios intentos fallidos, conformaron el Conseyu de la Mocedá de Xixón o CMX. Su aniversario fue este pasado lunes, pero la crisis del covid-19 fulminó todas las previsiones de fiesta. Tenían pensada una jornada de puertas abiertas y varios talleres que se han visto reducidos a una campaña en redes sociales y a unos muy trabajados vídeos en la red social Tik-Tok. Aridane Cuevas, actual presidenta –y la primera mujer que ocupa el cargo–, también tendría que haberse buscado a un sucesor, pero la directiva se cambia cada dos años, coincidiendo casi con el aniversario de la entidad, y la pandemia impide una reunión completa de la asamblea. El cuarto de lustro, por tanto, se celebrará con un perfil más bien bajo y con multitud de peleas que se han quedado en el tintero, como la necesidad de habilitar más espacios juveniles en la ciudad y fomentar planes de ocio saludable, pero también con nuevas tareas pendientes. El Conseyu intuye que la crisis económicas tras el coronavirus pasará especial factura a la juventud gijonesa.

La chavalada de ahora tiene muchas cosas en común con los jóvenes de 1995, que se lanzaron a crear el CMX. El estigma que les rodea y los pinta como seres juerguistas y caprichosos viene ya de lejos. Cree Cuevas que tal vez esta pandemia ha servido para ponerlo de manifiesto. “Se tardó poco en criticar el botellón y la fiesta. Es verdad que a los jóvenes se nos criminaliza todo el tiempo pero a veces parece que a la gente más mayor se le olvida muy rápido su época de guateques y que ellos también fueron jóvenes un día”, razona la presidenta, que aclara: “Partimos también de la base de que lo que se conoce como ‘botellón’ no deja de ser un espacio más de relación social y que muchos chavales participan, pero no todos beben. Muchos nos lo cuentan: dicen que van pero porque así ven a sus amigos”. De ahí que uno de los puntos fuertes del Conseyu a día de hoy sea fomentar alternativas de ocio saludable. El grupo de salud de la entidad es uno de los más potentes (y de los más ocupados) y organiza alguna de sus “intervenciones” –campañas de sensibilización con voluntarios– en época de vacaciones y festivales.

La impresión de los responsables y voluntarios del Conseyu es que, en realidad, estas reuniones en parques y descampados son más una consecuencia que un problema. “Hace años la juventud salía a la calle al parque, a jugar al fútbol, pero la mayoría de esos espacios se perdieron. En el Conseyu llevamos mucho tiempo reclamando que la ciudad reserve espacios propios para estas edades. Un proyecto que lleva tiempo en marcha es un parque de ‘parkour’, un deporte que si lo practicas en otros sitios públicos te llaman la atención, no te dejan”, concreta la presidenta.

Ahora bien, la generación Z gijonesa también ha sabido marcar sus propias diferencias. Son la primera generación digital nata –hasta la mayoría de los “millennials” más jóvenes (rondan ahora los 25 años) no tuvieron internet ni móviles inteligentes hasta bien entrados en la adolescencia–, por lo que su comportamiento en redes sociales tiende a ser distinta. “En una charla en un centro educativo preguntamos cómo se imaginaría la vida sin el móvil, y una chica de trece años dijo que sería impensable, porque si tenía un accidente no tendría forma de avisar. La suya es la primera generación que sale de casa con móvil a esas edades, pero para ellos es normal”, ejemplifica Cuevas, de 30 años, que aún recuerda el día que una amiga en la universidad le contó que estaba a punto de lanzar una aplicación que permitiría enviar mensajes de forma gratuita, Whatsapp. También recuerda su primer teléfono, la era de los politonos, los mensajes ocultos que suponían dejarle una llamada perdida al móvil (el “te pego un toque”), los SMS con palabra abreviadas para evitar facturas disparatadas.

El Conseyu, por esto, aplaude programas como el de “Reciella”, de Proyecto Hombre, al que derivan posibles casos de riesgo de adicción a las nuevas tecnologías. “Puede que el confinamiento haya agravado ese problema”, supone, aunque la principal preocupación es económica. “¿Qué edad tienen los jóvenes que veías en la barra a las tres de la mañana trabajando en un bar ahora cerrado? ¿O quién está a cargo de empresas de poco recorrido que vayan a tener que cerrar por todo esto? Vamos a ser los más damnificados”, sentencia Cuevas. El grupo cuenta actualmente con 35 asociaciones federadas y, como hotel de asociaciones, da cobijo en su sede a otras 120.

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