Una guerra, la lucha en las Milicias, el exilio, el retorno, el enfrentamiento contra la injusticia y, ahora, una pandemia. De todo ha visto en su larga vida Ángeles Flórez Peón, “Maricuela”, nacida, justo ayer, hace 102 años. Cosas de la vida, en medio de otra peste, la de la gripe de 1918. “Tengo que celebrarlo en casa, qué le vamos a hacer”, señalaba ayer esta veterana, todo coquetería y lucidez, en un cumpleaños marcado por las restricciones. Aún así tuvo tiempo para conectarse a un ordenador desde su casa de Gijón y recibir nada menos que la felicitación del presidente del Principado, Adrián Barbón; y del líder local del PSOE, Iván Fernández Ardura. También Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, se acordó de ella en Twitter.

“Es una pena, porque los hijos, nietos y bisnietos viven en Francia y claro, no han podido venir porque no nos podemos mover. Y la familia de Málaga, pues tampoco, no se puede salir de Andalucía”, explicaba ayer. Aunque sea en la distancia, el recuerdo de quienes bien la quieren le ha llegado en forma de llamadas de teléfono, ramos de flores y hasta dulces, que espera compartir con los más cercanos.

Maricuela, nacida en Sotrondio, un 17 de noviembre de 1918, se ha convertido en la quintaesencia de la resistencia, avalada por su carácter revolucionario. “Siempre fui una rebelde, quizás porque las mujeres asturianas siempre fuimos muy luchadoras”, repite Flórez, que puede presumir de ser la última miliciana viva. En este siglo largo de vida ha visto y vivido casi de todo, desde que a los nueve años sus padres se separaran y ella se viera obligada a dejar la escuela para ponerse a fregar suelos.

Después vendría la afiliación a las Juventudes Socialistas Unificadas, el alistamiento en la Milicia, la derrota republicana, la cárcel, el juicio sumarísimo y una sentencia y condena a 15 de prisión “por rebelión militar”. Maricuela tenía 19 años, y pasó los nueve siguientes de presidio en presidio, donde fue testigo del horror y de los fusilamientos de muchas compañeras y sus hijos. Después, la libertad y el exilio de una España asfixiante. Se fue a Francia en 1948 con su marido, para volver en 2003 después de una vida llena de lucha por las libertades de la República. Y desde entonces, no se ha cansado de repetir su historia de lucha: “No por rencor, sino por justicia, para que no se olvide”.

Hace dos años celebró su centenario rodeada de dos hijos, nietos y un biznieto que se desplazaron a Gijón desde Francia, y para la ocasión se juntaron 300 amigos. Ayer, el 102.º aniversario fue mucho más sobrio, pero igual de emotivo, además del apoyo de Sánchez y Barbón. Con el resto, “ya lo celebraré más adelante”. Palabra de Maricuela.