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Las incursiones de jabalíes alertan a los expertos: “Urge un control”

La presencia de una piara por el entorno del Piles y El Bibio constata que el toque de queda “favorece su llegada a la ciudad”

Los jabalíes invaden Gijón: de la plaza de toros al Piles

Los jabalíes invaden Gijón: de la plaza de toros al Piles Amor Domínguez

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Los jabalíes invaden Gijón: de la plaza de toros al Piles Luján PALACIOS

El toque de queda nocturno, que prohíbe el tránsito a personas por la calle, es una de las causas de las incursiones de jabalíes que se están dando en Gijón durante la madrugada, según cuentan los especialistas. Pero no la única. También el retraso en las medidas para el control de su población en la zona rural. Hace días, una piara de cuatro ejemplares sorprendió a los vecinos de la avenida Gaspar García Laviana, en Pumarín, en plena noche. Ayer, otro grupo de suidos se desplazó por las inmediaciones del paseo del Muro y de la plaza de toros de El Bibio. Desde el Ayuntamiento, aseguran que desconocen si se trata de los mismos animales y no prevé, por el momento, tomar medidas.

Una piara en el entorno del Piles.

Estos “paseos” de los jabalíes por zonas eminentemente urbanas son “normales”, reflexiona Carlos Nores, doctor en Biología por la Universidad de Oviedo y experto en Zoología. “Al haber menos movimiento se hacen más atrevidos y se aventuran en zonas en las que antes no sucedía”, añade el especialista. La situación no es exclusiva ni mucho menos de Gijón: en ciudades como La Coruña y Oviedo también se suceden las visitas de los suidos en horario nocturno. “Creo que su presencia en entornos urbanos obedece a que su población sigue siendo elevada, más allá de que haya o no haya presencia humana por el toque de queda”, advierte Nores, quien llama a que “no se olvide la necesidad de hacer batidas para que haya una regulación poblacional”.

Un grupo en la avenida de Gaspar García Laviana.

En todo caso, el hecho de que las personas se retiren pronto y el tráfico decaiga mucho a partir de ciertas horas ayuda a que se atrevan a circular por calles céntricas.

“Es llamativo que hayan llegado hasta el barrio de Pumarín porque estamos hablando de una zona más poblada y urbanizada. Es más curioso que en el caso del Bibio y el Piles, donde hay amplias zonas verdes casi conectadas con el área periurbana”, apunta Nores, quien señala la “ventaja” de que haya poco movimiento de personas para “evitar conflictos, accidentes de tráfico o que alguien les dé de comer”.

En todo caso, y pese a que la tranquilidad nocturna les haga ser más descarados, “hay que revisar el control de la población”, indica el biólogo. Como él opina Chema Pezón, de la Asociación de Cazadores El Portal, que está al cargo del coto del Cordal de Peón. “Hay batidas como siempre, los cierres perimetrales no han influido y la caza se sigue permitiendo”, recuerda, pero “el problema está en las zonas de seguridad”.

Esto es, las áreas en las inmediaciones de los núcleos habitados en las que las batidas están prohibidas por motivos de seguridad y que se han convertido en el refugio de las especies salvajes. “Se habla mucho de la caza con arco, que creemos que funciona y es efectiva, además de minimizar el riesgo para los habitantes de estas zonas, pero hay que hacerlo. De momento no se ha puesto en marcha”, lamenta Pezón.

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