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El reto de ser gitano y estudiante en Gijón

El docente José Ramón Hevia, premiado por un trabajo sobre las dificultades educativas del colectivo: “Se ha avanzado algo”

José Ramón Hevia.

Ser gitano sigue siendo un problema para sacar adelante los estudios y acabar en la Universidad. Pero, poco a poco, esta situación mejora. Así lo ha constatado el gijonés José Ramón Hevia en su trabajo fin de máster titulado “La resiliencia como factor de éxito educativo en la comunidad gitana de Gijón: un estudio de casos”, ganador del accésit del segundo Premio “Mario de Miguel” al mejor trabajo sobre Educación. “Es necesario cambiar algunas cosas y prestar más atención a las programaciones para que los estudiantes gitanos se sientan representados”, apunta el docente, que ejerce en el Instituto Leopoldo Alas Clarín de Oviedo.

Su investigación se ha desarrollado en torno al concepto de “resiliencia”, basado en “la capacidad que tienen las personas para salir adelante, a pesar de encontrarse en un contexto o en unas condiciones que a priori no serían las más adecuada”, explica. En este caso, el estudio de la resiliencia se ha centrado en el ámbito educativo, buscando aquellos factores que tienen más influencia en su trayectoria escolar, atendiendo a su vez al contexto de la comunidad gitana. Hevia ha realizado un estudio de casos a través de entrevistas a cuatro jóvenes participantes en el programa “Promociona” de la Fundación Secretariado Gitano de Gijón, así como a dos de sus familias y a dos profesionales educativas de la entidad.

Tras ahondar en esta realidad, el profesor ha comprobado que “la situación educativa de la comunidad gitana esta ha mejorado notablemente en los últimos años, aunque a pesar de ello, sigue presentado una gran brecha respecto al conjunto de la sociedad”. Esta diferencia se refleja “a través de la dificultad para alcanzar el éxito escolar y de las elevadas tasas de fracaso escolar, abandono prematuro y absentismo, en comparación con los valores medios”, relata en su trabajo .

Uno de los datos que más llama la atención es que, en esta década, “seis de cada diez alumnos y alumnas gitanos no acaban la Secundaria”, junto al reducido número de alumnado que llega a acceder a la Universidad. A pesar de que se está consiguiendo casi la plena escolarización en los primeros cursos, en otros niveles como el acceso a Bachillerato o a FP “es muy bajo, y todavía mayor si hablamos de acceso a la universidad”.

Y esa situación “compromete seriamente el futuro de la población gitana en cuanto a su inclusión social”. “A ese menor nivel formativo se le une la grave situación de discriminación que aun hoy en día sufre la población gitana, lo cual se ha demostrado que dificulta el acceso al mercado laboral normalizado, lo que puede conllevar a situaciones de exclusión social”, explica.

Entre las soluciones que propone para mejorar el actual contexto, el gijonés propone actuar en la propia comunidad, en la misma línea que ya se viene haciendo, para que “el entorno familiar apoye la formación de los jóvenes, especialmente de las chicas”. Lo importante es “llegar a alcanzar una motivación suficiente” entre los estudiantes gitanos, que echan en falta “programaciones y contenidos que tengan en cuenta a su pueblo, y más trabajos en equipo para favorecer la integración”. Un largo camino que empieza a ser allanado desde los centros educativos de la ciudad.

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