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Roberto López Gallardo | Hostelero, uno de los organizadores de la primera gran protesta del sector en la ciudad

El barman que prendió la mecha

Hijo de unos panaderos de Moreda, nunca pierde la sonrisa, vive en La Calzada y demuestra pasión por las videoconsolas, el deporte y el cómic

El barman que prendió la mecha

“Y ahora, el que me quiera seguir a dar un paseo hasta la playa de San Lorenzo, que me siga”. Con esas palabras del hostelero Roberto López arrancó la primera manifestación del sector en Gijón desde que el Principado decretó el cierre de los bares y los pequeños comercios por la segunda ola del coronavirus. Fueron pronunciadas la mañana del 28 de octubre frente a la iglesia de Fátima, en el barrio de La Calzada. Y no se puede decir que López predicara en el desierto. Se sumaron a su marcha casi un millar de compañeros para exigir ayudas. Desde entonces, han aflorado varias asociaciones de autónomos que organizan constantes protestas hosteleras. Pero la original, la del 28-0, le debe mucho a este gijonés de 39 años. Fue el barman que prendió la mecha.

Roberto López es un hombre de la zona oeste de Gijón. Vive en La Calzada, donde regenta la vinatería Sella junto a su esposa, Jessica Flores. Sus padres fueron panaderos en Moreda. Es un tipo de carácter bonachón, bromista y de trato afable. Los que le conocen señalan que hace falta muy poco tiempo con él para cogerle cariño. También es un hombre concienciado. De su cabeza, o más bien de sus piernas, salió gran parte de la organización de la manifestación del 28 de octubre. Se recorrió buena parte del barrio de La Calzada, picando todas las puertas para sumar apoyos. Tuvo premio porque, lo que parecía una reivindicación hiperlocal, terminó por involucrar a todos los barrios de la ciudad y a compañeros de otras ciudades.

Pero López no siempre estuvo detrás de la barra. Antes, tuvo varios oficios antes. Fue albañil, portero de discoteca y militar. Al final, su pasión se convirtió en su profesión. Pero solo para trabajar, porque sus allegados explican que es más bien casero y que no tiene mucha querencia por la fiesta. “Hizo un curso de hostelería y le encantó. Desde entonces trabaja conmigo”, explica su pareja. Aficionado al gimnasio y a las videoconsolas, es muy “niñero”. Tiene tres hijos, todos ellos menores de edad. No la ha tenido fácil, pero no es raro verle con una sonrisa.

Los días previos al 28 de octubre, Roberto López no paró quieto. “Se sentaba en la cama por las noches y me comentaba todo lo que quería hacer”, cuenta su mujer. “Fue muy satisfactorio, la verdad es que la gente se volcó mucho con él”, añade Flores. “Está deseando volver a la primera línea de batalla”, asegura. Aunque la manifestación terminó por ser un éxito –fue la única que logró hacer bajar a la alcaldesa, Ana González, a dialogar frente a frente con los hosteleros– su desarrollo no fue sencillo. Lo cuenta Gregorio Ibáñéz, quien regenta una asesoría en el barrio de La Calzada. Es buen amigo de López y también una de las personas más activas del barrio, siempre luchando por el pequeño comercio. “Fue un poco caos. No paraba de recibir llamadas de los periodistas y de diferentes compañeros del sector”, explica Ibáñez.

Aquella marcha habría de haber salido de la iglesia de Fátima y discurrir por algunas de las principales vías de la zona oeste de Gijón. Pero en la víspera por la noche, la Delegación del Gobierno tumbó la protesta. Aunque los organizadores pidieron permiso para reunir a 2.000 personas marchando desde La Calzada hasta el centro, el organismo que encabeza Delia Losa solo dio permiso para una concentración mínima, de 175 personas, en la plaza Mayor. “Fue un jarro de agua fría”, recuerda Gregorio Ibáñez.

Con escaso margen de maniobra, López decidió cancelar la protesta y dejar a la elección personal de cada uno el acudir o no, bajo su responsabilidad. La decisión se tomó de noche a las puertas de la iglesia de Fátima y con López a lágrima viva, pensando que, al final, tanto esfuerzo había sido en balde. No fue así. “Si lo hubiera organizado cualquier otra persona, no habría salido igual. Poco a poco, la gente se va concienciado. Él tuvo mucho parte en el éxito”, apunta Ibáñez.

Y es que hoy es raro el día que en Gijón no se da una manifestación hostelera o de autónomos. Cada vez son más tensas, lo que refleja el mal momento por el que pasa el sector. Del origen del 28 de octubre, ha nacido la asociación Asturias Suma, que aglutina a muchos miembros del gremio y a otros autónomos para organizar marchas siempre pacíficas. Si todo va según lo previsto, López estará en el organigrama de la entidad.

Mientras tanto, reposa en su casa, probablemente disfrutando de su perro “Khal-El”. El nombre de su mascota viene de Clark Kent, o sea, el álter ego de Superman, el famoso héroe de los cómics a los que López es un gran aficionado. También disfruta con “Dragon Ball”, la serie anime japonesa a la que juega con su videoconsola. Amigo de sus amigos, siempre amable, cercano y bromista son algunos de los adjetivos que se ajustan como un guante a la personalidad de López. También es un comprometido con la causa del sector que representa. Desde su bar de La Calzada, fue el hostelero que prendió la mecha en Gijón de la lucha del sector.

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