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El auge de ser madre después de los 40 en Gijón

“No hay que ceder a presiones sino tener estabilidad”, indican las mujeres que dieron a luz tras entrar en la cuarentena

Mónica Iglesias en su librería junto a su hija, África Novoa. ÁNGEL GONZÁLEZ

“Me moría de ganas por ser madre otra vez, pero mi trabajo me ocupaba demasiado tiempo. Cuando me di cuenta, tenía 44 años y unas ganas tremendas de repetir”. Este testimonio de la gijonesa Noelia Espinel es cada vez más común en la ciudad. Tal y como publicó ayer LA NUEVA ESPAÑA, las mujeres que deciden formar una familia con 40 años o más se han duplicado en Gijón en la última década. Ellas explican que, a su juicio, este cambio de tendencia es “multifactorial”. Las todavía precarias medidas de conciliación, la presión social por formar una familia cuando ya se tenga cierta estabilidad vital y profesional y la tranquilidad que aportan los últimos avances médicos de cara a un embarazo todavía considerado “de riesgo” a partir de los 35 años son algunas de las explicaciones con las que justifican su decisión.

Señala Espinel que ella, tras tener a su primera hija con 33 años, siempre tuvo claro que querría un segundo. Pero empezaron a “pasar cosas”. Se separó, se dio cuenta de que su trabajo le robaba casi todas las horas del día en las que estaba despierta y, tras rehacer su vida, su pareja también acababa siempre “secuestrado” en su puesto laboral. A los 44 decidió no esperar más y a los 45 dio a luz a Alberto Porto, que tiene ahora tres años. No se arrepiente. “Fue un embarazo muy dirigido y muy controlado. Si por mí fuese, habría tenido hasta un tercero, pero mi pareja ya no quería”, bromea. En su caso, ser madre a partir de los 40 nunca fue un tema tabú. “Yo tengo a una tía que es casi de mi edad. Mi abuela dio a luz más o menos a la edad que yo tuve a Alberto. Me alegro de haberlo hecho porque mi vida creo que es ahora más estable, que es lo que nos recomiendan siempre”, completa.

Noelia Espinel acompañada por sus hijos, Alejandra Valle y Alberto Porto.

Otro ejemplo es la gijonesa Lorena Rodríguez, que dio a luz rozando la cuarentena, con 39. En su caso, no lo hizo antes porque no quiso. “Yo no tuve eso que llaman instinto maternal ni cedí a presiones para ser madre. Llevo 20 años en la misma empresa, así que yo sí tenía cubierta esa parte de estabilidad, pero precisamente por eso, yo me sentía muy libre y no quería perderlo. Luego conocí a mi pareja, me enamoré de verdad y ya fue cuando me lo replanteé. Temía no hacerlo y arrepentirme”, explica. Su embarazo “fue estupendo” aunque ahora, a punto cumplir los 42, empieza a entender de dónde vino su “montaña rusa emocional” de los primeros meses.

“Ese flechazo del que hablan no existe. Yo sentí la química, eché de menos su olor desde que me la pusieron en el pecho, pero tardé un mes en darme cuenta de que la quería. En mi peor momento, con la faja puesta, los puntos, las ojeras, ahí me empecé a dar cuenta. Luego me informé mejor, leí sobre feminismo, y ahora estoy mejor que nunca”, asegura. Buena parte de esos textos se los compra a Mónica Iglesias, librera de la ciudad. Fue madre justo con 40 años. Y no lo fue antes por lo mismo, porque “no quería”. “Hasta los 38 o así no me lo había planteado, tampoco tuve ese instinto, pero también es verdad que los 35 de hoy no creo que sean como los 35 de hace 50 años. Yo tuve un embarazo muy bueno y conozco a gente más joven que tuvo más problemas”, concreta. Su hija, África Novoa, cumplirá 11 años este diciembre. Ella hizo los 51 en agosto. Y asevera: “Más que la edad, el problema son las expectativas. Crees que no va a cambiar nada porque puedes recurrir a guarderías, pero ese modelo de crianza no es algo que nos convenza a todas”, dice. “Las bajas de maternidad en España contradicen el periodo recomendado de lactancia de seis meses de la OMS”, remata.

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