Contra viento, marea y coronavirus. Los nadadores de aguas abiertas que todos los días comienzan a dar brazadas desde la escalera 2 de la playa de San Lorenzo, conocida popularmente como la Rampla, cumplieron esta mañana con su tradición de depositar su belén natural, con piedras pintadas con las figuras más características de todo nacimiento, en el mar Cantábrico. “Estuvimos dudando qué hacer hasta el último momento, pero es algo que ya está asentado y no podíamos dejarlo, así que al final, manteniendo distancia y todas las medidas de seguridad, nos hemos vuelto a animar”, señalaba esta mañana María Luisa Montero, impulsora de esta actividad que ya cumple seis años. 

La travesía, por culpa del oleaje y la complicada corriente que se dejaba ver en la zona de la Cantábrica, obligó por precaución a modificar la ruta, y en lugar de salir desde San Lorenzo para dejar las piedras bajo el “Elogio del horizonte”, se fueron para la playa de Poniente, con las aguas más tranquilas, para colocar su belén cerca del faro del puerto deportivo. 

Las piedras que representan a las figuras del misterio, más elaboradas, llevan la firma del pincel de Jesús Rodil Patricio, “que lleva años colaborando”, explicó Montero. Eso sí, como novedad este año, muchas de las creaciones están realizadas por los más pequeños, hijos y nietos de los nadadores que participan en la travesía. Algunas llegan hasta de Palma de Mallorca, donde están Álvaro y Lucas García Meana, nietos de María Luisa Montero. En las 22 creaciones que ayer depositaron en el mar no falta un detalle. “Yo pinté una de la Escalera 2, que es desde donde salen y un cangrejo con el gorro de Papá Noel”, desveló Lara Hidalgo Tamargo, de 9 años. Su hermano Carlos, de 6 años, optó por una estrella y un tiburón con el mismo gorro navideño, en honor a la organizadora, desveló el pequeño. Más abstracto fue el árbol diseñado por Alberto Rodero Gonzalo, mientras que su hermana Andrea, de 9 años, apuró hasta el último momento. “Como tenía exámenes en el colegio lo terminé el viernes”, confesó. Todas esas piedras reposan ya en el fondo del mar. “Es una tradición muy guapa, en la que se suman los nadadores y sus hijos; no podemos perderla”, prometió Montero tras unas cuantas brazadas hacia el rincón más navideño del Cantábrico. 

Los Reyes Magos, de submarinistas

Submarinistas celebrando la Navidad en Gijón.

A varios metros, un grupo de submarinistas también celebró su tradicional belén, con disfraces que recreaban las figuras esenciales de los nacimientos y que cubrían sus equipos de buceo.