“Dios me hizo poeta y yo me hice bibliotecaria”. La cita de la escritora Gloria Fuertes le sirvió ayer a Inmaculada Fernández Gancedo para arrancar un emotivo, cariñoso y literario discurso de toma de posesión como secretaria general del Ayuntamiento de Gijón. Macu, como la conocen dentro y fuera de la Casa Consistorial, no es nueva en un Ayuntamiento al que llegó como vicesecretaria en 2008. Ni en un puesto que, en funciones, ya tuvo que ocupar entre 2013 y principios de 2015 y, que volvía a ocupar desde hace unos meses tras la jubilación forzosa de su antecesor, Miguel Ángel de Diego. Pero ahora la silla a la diestra de la Alcaldesa en el salón de plenos ya es suya por derecho propio.

Por todo ello la frase de Fuertes “encarna como ninguna otra los sentimientos y emociones que albergo hoy. Representa la entrega máxima al oficio de cada vocación. Mi vocación no tiene prosapia. Mi vocación entró por la percepción de los sentidos que mis abuelas y abuelos tenían con su capacidad de entrega a la vida y que me transmitieron”, glosó la funcionaria para quien “hoy culmina un proceso de entrega y de enorme esfuerzo pero sobre todo el día de hoy es un comienzo, un principio que afronto con responsabilidad y compromiso con la gran institución que representa el Ayuntamiento de Gijón”.

Párrafo a párrafo, Fernández Gancedo fue desnudando sus emociones ante un público formado por los portavoces municipales de todos los grupos políticos de la Corporación, su equipo de la Secretaría, otros habilitados nacionales de la estructura municipal y, sobre todo, sus padres, Paz Gancedo y el reconocido músico José Fernández Avello, Pepe Avello, y su hija Carmen.

Para ellos tuvo muchos guiños. Para ellos y para el resto de su familia. “Mis abuelos Alonso y Pacita, trabajadores incansables de la zapatería Pelusa, con los que paseaba por Valtravieso y la estación de tren de Luarca”, a los que recordó Inmaculada Fernández Gancedo rodeados de “esplendorosas hortensias”. Un recuerdo tan intenso como los olores de la confitería Capalleja de Trevías “con el hojaldre recién preparado para los pasteles hecho por mi abuelo Pin y el aroma de la alfilada que mi abuela Luisa amasaba y cocía amorosamente y yo saboreaba con fruición en un tazón de leche junto a la cocina de carbón”.

Lectora empedernida desde niña, sus estudios de Derecho, las oposiciones y el trabajo nunca la alejaron de otra de las pasiones que comparte en familia: la música. “La música es la banda sonora de nuestra vida y de nuestro recorrido. En mi viaje es la música coral la que me hace evocar las emociones más vibrantes”, confesó quien desde que cumplió nueve años, y de la mano de su padre, está ligada a la Schola Cantorum de Grado.

Junto a su padre hizo el recorrido desde Luarca a Gijón. El musical de un Pepe Avello que pasó de crear el himno a San Timoteo, patrón de Luarca, a reconvertir en pieza coral el “Gijón del alma” y el familiar del matrimonio Fernández Gancedo y sus tres hijos. Inmaculada tiene dos hermanos, Susana y Nacho, a los que también recordó. “Luarca es donde nací y Gijón donde siempre quise vivir y aquí fue donde nació mi hija Carmen”, sentenció la letrada.

Y más allá de la familia y de los agradecimientos a la actual alcaldesa, Ana González, la Corporación y los compañeros; Fernández Gancedo se paró unos minutos en la figura de Dora Alonso, quien fue su jefa desde que llegara a Gijón y hasta 2013, la primera mujer en ocupar ese puesto de máximo nivel en la estructura funcionarial del Ayuntamiento gijonés y, ayer, la fedataria de su toma de posesión. “Algo especialmente significativo a nivel personal”, sentenció.

Aunque el mensaje más personal de todos, y el último de su discurso, fue para su pequeña hija Carmen. “A la que deseo inspirar y recordarle unas palabras de la imprescindible intelectual Simone de Beauvoir: Que nada nos defina. Nada nos sujete. Que sea la libertad nuestra propia esencia”, le explicó.