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José Luis Argüelles | Poeta y periodista de LA NUEVA ESPAÑA

“Los malos planes de enseñanza han hecho que veamos la poesía como algo ininteligible”

“El confinamiento ha conseguido que lo valoremos todo mucho más: la literatura, el sol, el aire, los abrazos...”

El poeta José Luis Argüelles, ayer, en Gijón. Ángel González

“Ningún otro género nos ayuda a conocernos tanto como la poesía”. Así lo dice el poeta y periodista de LA NUEVA ESPAÑA José Luis Argüelles (Mieres, 1960), que acaba de publicar un nuevo libro de poemas. Titulado “Protesta y alabanza” y editado por la editorial Impronta, el ejemplar reúne casi cuarenta poemas que juegan con la dicotomía que les da título –una cita de la poeta portuguesa Sophia de Mello–, aunque aprovecha también para rendir un merecido homenaje a la poesía, un genero que, considera el asturiano, sigue teniendo fama de “ininteligible” por el erróneo planteamiento de la metodología educativa y por “los petulantes y mercaderes de la literatura”.

–La primera de las cuatro partes del libro está llena de “alabanzas”, con menciones a Chillida, Walt Whitman y Antonio Machado, entre otros, pero la segunda parte del poemario arranca con una pregunta brutal (“de qué muerte venimos”) y el optimismo no regresa hasta la tercera serie. ¿Cómo fue esta organización por partes del libro? ¿Estaba pensado de antes?

–Escribo poemas y los libros son el resultado de la reunión posterior de esos textos, después de un periodo de algunos años y cuando siento que comparten un cierto tono y visión. “Protesta y alabanza” no es una excepción. Debo el título a unas lúcidas palabras de la gran poeta portuguesa Sophia de Mello. También yo creo que somos seres paradójicos: siempre entre el himno y la elegía, la celebración y el asombro o el daño y su recuerdo.

–El poema que abre el libro, “Camarada gorrión”, puede ser un buen ejemplo de por qué, aunque se defina como un autor “de interior”, sigue mirando siempre hacia la naturaleza.

–Algunos lectores me han dicho que ven en ese poema algo así como una poética. Yo diría que es, más bien, una política y, por tanto, una manera de estar en el mundo. Y hoy, más que nunca, deberíamos mirar hacia la naturaleza desde una cierta humildad casi franciscana. En la aparente fragilidad de los gorriones hay toda una enseñanza.

–Al estructurarse en cuatro partes y no en tres, como la mayoría de poemarios hoy en día, ha quedado un libro un poco más compacto de lo normal, más largo, con un hilo argumental que lo unifica. ¿Importa mucho la extensión o sentido argumental de un poemario?

–Son casi cuarenta poemas que se reúnen, en efecto, en cuatro partes de extensión similar y por afinidad temática, si lo podemos decir así. Si me interesara la escritura con “argumento”, redactaría una novela o un guion de cine. No es el caso. A la poesía le pedimos que nos transmita una experiencia de vida con las palabras de todos, pero sonando nuevas.

–Hay otra reflexión sobre el género, el poema “El odio a la poesía”. ¿Sigue siendo un género denostado?

–Es un género milenario, el más longevo. Como la música y la danza, la poesía tiene que ver con el ritmo, la repetición y la búsqueda de una secuencia que oponer a las devastaciones del tiempo, a la muerte. Los malos planes de enseñanza, los petulantes y los mercaderes de la literatura han hecho que veamos la poesía como asunto ininteligible, solo para especialistas. ¿Qué quiere decir Lorca cuando escribe: “Verde que te quiero verde, / verde viento, verdes ramas...”? Nos emociona y eso, de partida, es ya satisfactorio. Ningún otro género nos ayuda tanto a conocernos como la poesía. De eso trata “El odio a la poesía”, que surge del conocido ensayo homónimo de Ben Lerner.

–“Protesta y alabanza” recopila poemas desde 2018 y hasta este año, pero, en este año pandémico, ¿fue de los que vieron una nueva temática que narrar o de los que no fueron capaces de escribir ni una sola línea? Al menos en “El Cuaderno” sí ha dejado caer algunos versos de esas fechas.

–Sí, algo he escrito. Pero carece de importancia ante el sufrimiento de tantas personas. Los temas, con ligeras variaciones de contexto, son siempre los mismos: la afirmación de la vida y la rebelión contra la muerte, aunque esta se tiña a veces de aceptación estoica.

–Otros autores hablan de que sí han escrito sobre el encierro, pero que no lo van a publicar porque, piensan, es una temática que caducará pronto.

–Si no publican esos poemas será porque consideran que son malos, que no están a la altura. Fernando Beltrán ha escrito y publicado un buen libro a partir de su experiencia como enfermo de covid-19, “La curación del mundo”, que recomiendo.

–Pese al virus, Gijón acogió este año una ambiciosa edición de POEX y se están editando bastantes obras desde Asturias. ¿Habrá ayudado el confinamiento a valorar un poco más la literatura?

–Sí, esta primera edición de POEX estuvo bien pese a las difíciles circunstancias en que se organizó. Felicito a Jaime Priede. Lo que me gustaría es que los poetas asturianos invitados leyeran junto a autores de fuera, consagrados o no. En el Festival de Cine de Gijón jamás incluían películas asturianas en las secciones oficiales, hasta que lo cambió Alejandro Díaz Castaño. Y resulta que ahora ganan premios midiéndose con los mejores. El confinamiento ha hecho que lo valoremos todo mucho más: la literatura, el sol, el aire, los abrazos...

–Este libro sigue manteniendo una métrica y ritmo muy cuidados. Una parte de la poesía “moderna” ignora este apartado cada vez más.

–Muchos de los poetas jóvenes que más admiro dominan con oficio la métrica. Es un recurso más que a mí me es útil en ocasiones porque me ayuda a pensar mejor y a buscar una cierta intensidad. En “Protesta y alabanza” hay alguna “herejía” métrica, o sea, que lo cuido hasta cierto punto. La lección es que ni el uso de la métrica ni el del llamado verso libre te asegura un buen poema, que es resultado de procesos más complejos y hasta azarosos.

–¿Corremos riesgo de perder esa esencia de la poesía que mide cada sílaba?

–Por supuesto que no. Todo poema es el resultado de unas palabras precisas, formadas por sílabas. Y el resto, como se sabe, es silencio.

–Para coger con energías la tercera ola, y más allá de “Protesta y alabanza”, ¿hay alguna recomendación de poemarios recientes que se hayan quedado en el tintero mediático por la crisis del covid-19?

–He hecho mis recomendaciones en el suplemento de “Cultura” de LA NUEVA ESPAÑA del pasado 31 de diciembre: quince o dieciséis. Lo que necesitamos ahora, más allá de que dé un título u otro, es un aumento de las inversiones sanitarias y que funcionen las vacunas y la campaña de vacunación.

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