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Un equipo impermeable para evitar inundaciones

La Arena, La Calzada, Viesques y el centro son los puntos más conflictivos de una red de saneamiento que los trabajadores de la EMA revisan a diario para evitar colapsos cuando llueve

Ignacio Cabo, José Antonio Domínguez y Víctor Jamart revisan el depósito del pozo de El Natahoyo al que llegan las primeras aguas sucias de la red de saneamiento de Gijón. Marcos León

Los gijoneses disfrutaron de las Navidades pasados por agua, pero gracias a los trabajadores de la Empresa Municipal de Aguas (EMA) no lo hicieron además remando en canoas por las calles después de la incesante lluvia que cayó en la ciudad. En la semana del 29 de diciembre al 5 de enero, por ejemplo, fueron 138,8 los litros por metro cuadrado registrados. Otro ejemplo: “una semana normal tenemos tres o cuatro avisos, pero semanas como esas hacemos una media de treinta servicios por la cantidad agua”, desvela José Antonio Domínguez, capataz del equipo de uno de los equipos de guardia en la EMA. Tanto él como su equipo revisan a diario toda la red de saneamiento de Gijón para “evitar atascos de hojas en los sumideros o cualquier obstáculo que pueda haber”, confirman los operarios Ignacio Cabo y Víctor Jamart.

El trabajo llega habitualmente, además de las revisiones periódicas, con los avisos de alguna comunidad de vecinos o algún atasco puntual en el alcantarillado de la ciudad. Unas labores que en los meses de otoño, por la caída de las hojas de los árboles, les implica estar más pendientes de todo lo que ocurre. “El otoño es uno de los mayores enemigos, y no tiene solución porque llega año tras año”, bromea Cabo.

Además, siempre están con la vista puesta en la meteorología porque todo se puede complicar si hay precipitaciones abundantes. Tienen claro que a más lluvia, más trabajo. Especialmente en aquellas zonas donde saben, por su experiencia, que la gran concentración de agua es mayor, como “el Centro, La Arena, Viesques y La Calzada, en la calle Brasil”, detalla José Antonio Domínguez. “Sabemos que ahí se generan los problemas, y procuramos estar siempre pendientes; afortunadamente estas semanas no ocurrió ningún problema pese a toda la lluvia, más allá de algún charco que los ciudadanos hayan podido encontrar”, reflexiona Domínguez.

Lo cierto es que en comparación con otras ciudades, en Gijón, para todo lo que llueve, se controlan las fuertes lluvias. En esta ocasión también fue así. “La red funcionó bien a pesar de todo lo que llovió”, asegura Pedro Menéndez, gerente de la EMA. Otro de los ejemplos que citan es que la depuradora de aguas residuales (EDAR) de la zona oeste, conocida como La Reguerona, “multiplicó el caudal habitual por cuatro, pasó de tratar 50.000 metros cúbicos de agua a 200.000 aproximadamente”, señalan.

Pero no son las hojas de árboles y las fuertes lluvias el mayor problema. A día de hoy todavía “hace falta concienciar a la ciudadanía” para que no tire toallitas, trapos y ahora mascarillas (entre múltiples objetos y prendas) por el váter. Ni la grasa. Esa lluvia sigue también incesante.

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Guardianes del subsuelo de Gijón Marcos León

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