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El jesuita y médico Carlos Gómez-Virseda: “Hemos corrido mucho con la ley de eutanasia, en el cuidado hay mucha dignidad”

“Los chavales son receptivos cuando les dices que otra forma de vivir es posible, Dios nos sigue llamando hoy”

Carlos Gómez-Virseda, delante del colegio de la Inmaculada.

Carlos Gómez–Virseda Martínez (Madrid, 1985) es médico, jesuita y uno de los dos encargados en España de la promoción de vocaciones de la Compañía. Hoy da una charla en la iglesia del Colegio de la Inmaculada titulada “Da una vuelta a tus ideas” (19.00 horas) sobre su experiencia vital. El aforo es limitado.

–¿Médico y jesuita, jesuita y médico, o ambos a la vez?

–Yo empecé antes Medicina, pero dejé la carrera a medias para entrar en la Compañía. Ahí descubrí que mi vocación más profunda de servicio venía más de la mano de ser jesuita. Con el tiempo, terminé mis estudios de Medicina porque veía que la forma en que mejor podía ayudar y la manera en que mejor me sentía era siendo médico. Al final, las dos vocaciones se han ido haciendo compatibles. Y, de hecho, yo digo que es una doble vocación y, a la vez, una única vocación.

–Estuvo en África. ¿Cuál ha sido su experiencia?

Cuando terminé la carrera, me dijeron que iría a África a trabajar allí como médico. Y la verdad es que tuve una experiencia muy bonita porque pude vivir mis dos vocaciones de la mano. Allí trabajé en un hospital de los jesuitas curando y aliviando. Y también formando a otros chicos para que el día de mañana puedan llevar el proyecto. Lo que más me marcó en África es el hecho de haber dejado una parte de mí allí. Desde entonces ya no pude volver a ser el mismo, aquello ya no lo recuerdo como un proyecto sino como parte de mi vida.

–Forma parte del equipo de Promoción Vocacional de la Compañía de Jesús en España. ¿Hay muchas?

–El año pasado me hicieron el encargo de hacerme cargo de las vocaciones junto con otro jesuita para hacer ver desde nuestro punto de vista que la Misión también puede ser atractiva para los jóvenes de hoy. El hecho de que yo esté volcado en la Medicina y en la Misión es justo lo que puede ser atractivo para un joven de hoy en día; y eso es lo que buscamos. Formo equipo con Alfonso Alonso Lasheras. Y aunque llevamos poquito tiempo nuestra labor es la de promover y provocar las vocaciones. Consiste en lanzar esta pregunta e intentar que los jóvenes la escuchen, porque estamos convencidos de que Dios sigue llamando hoy en día. Mucha gente no se atreve a darle respuesta por todo el ruido de fondo que existe, porque la sociedad nos dice que hay que tenerlo todo muy controlado. Para mí lo fundamental es hablar de la pasión que hay detrás de nuestra vida. Esto es posible y tiene sentido. –¿Son receptivos los chavales?–Vengo de dar charlas en los colegios y veo que a los chavales, aunque están pensando lógicamente en su carrera universitaria, nuestro testimonio les resuena. He notado que vibraban con lo que les estaba contando, prestan mucha atención cuando les dices que se puede vivir de otra manera. Es algo real. Siempre les cuento que he sido muy feliz entregándome con toda libertad en todo lo que he hecho. Somos conscientes de que hay mucho ruido, de que detrás de mí vienen otros miles de voces, internet y las redes sociales que nos atontan y distorsionan. Pero yo creo que verdaderamente hay un Dios que nos llama, que quiere sacar lo mejor de nosotros mismos. Y creo que los chavales entienden el mensaje. Hay que ayudarles a dar la respuesta, a ser valientes. Nuestra labor también consiste en acompañarlos para que descubran si su vocación es verdadera.

–Ha desempeñado su labor en centros sanitarios donde se aplica la eutanasia. ¿Qué le parece la nueva ley en España?

–Me preocupa a largo plazo. Yo he trabajado en Bélgica en hospitales, en cuidados paliativos, donde se practicaba la eutanasia. Y he acompañado a muchas personas en ese proceso. Es una situación muy dura porque estamos hablando de gente que sufre, con enfermedades terminales. Creo que, como sociedad, la respuesta no debe ser el facilitar una salida sino intentar acompañar bien esos procesos para que no haya ese sufrimiento. Hay mucho que invertir en acompañar, en aliviar, y en España hemos corrido mucho. Hemos ido muy rápido hacia esta ley cuando hay muchas cosas que cuidar antes. Lo que más me preocupa es esa sensación que se transmite de que las personas empiezan a ser una carga para los demás, de dejar de ser productivo. En el hecho de visitar y de cuidar también hay mucha dignidad y mucha belleza que descubrir. Y parece que nuestra sociedad va hacia lo contrario.

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