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El comedor de la Cocina Económica reabrirá el día 25 con treinta plazas

Una nueva reducción de aforos por el covid deja en nueve las dieciséis plazas del centro nocturno del Albergue Covadonga

Interior de la Cocina Económica.

El comedor de la Cocina Económica reabrirá el próximo día 25 con un aforo para 30 personas, si todo sale según lo previsto. La Asociación Gijonesa de la Caridad, encargada de la gestión de la Cocina, lleva reclamando desde hace semanas que se vuelva a poner en servicio este espacio, cerrado desde el pasado mes de marzo por la pandemia del coronavirus. Sin resultados por el momento, por lo que el presidente de la entidad, Luis Torres, prefiere pecar de cauto. “Esperamos que se cumplan los plazos”, recalca.

Lo que resulta inapelable es que la situación es dramática en cuanto al número de usuarios, que han visto agravada su situación en los últimos días con el paso de la borrasca Filomena y la caída en picado de las temperaturas. De tal manera que, al recibir la comida y la cena en una sola entrega en envases de plástico por las normas sanitarias de distanciamiento, “se les enfría la comida según salen por la puerta”, lamenta Luis Torres. De ahí la urgencia de habilitar el espacio con las debidas normas de seguridad, para disponer al menos de un mínimo de plazas para que algunos de los usuarios, aquellos que no dispongan de los medios adecuados para preparar las raciones para su consumo, puedan comer caliente en los días más crudos del invierno.

Los responsables de Sanidad ya han visitado el comedor, y en principio sólo podrían acceder a él un máximo de 30 personas, una cifra muy por debajo de los cerca de 300 servicios diarios que se ofrecen en la casa entre comidas y cenas. “Es lo que hay”, asume con resignación Luis Torres.

En el Albergue Covadonga también se ha registrado un drástico recorte de usuarios tras la última visita de los responsables de Sanidad, que han recomendado reducir el espacio del centro nocturno de baja exigencia de 16 a 9 plazas, para garantizar al máximo la distancia de seguridad entre los usuarios.

El Albergue está lleno, y durante trece días, coincidiendo con los días más crudos de la borrasca, la Fundación Municipal de Servicios Sociales se ha visto obligada a costear cuatro plazas en pensiones para todos aquellos que se quedaron sin cama en la casa. El recorte de plazas en el centro nocturno no ha hecho sino agravar la situación ya de por sí complicada, de tal manera que el pasado lunes “hubo 18 personas que se quedaron a la puerta sin poder entrar porque estaba todo completo”, resume Cristina Avella, la directora del Albergue.

Aún así, se las han apañado parea acondicionar otras cinco plazas en la sala de televisión del centro nocturno para acoger al máximo posible de personas, y “si a las nueve de la noche está todo completo, esperamos a las once, cuando algunas personas ya han buscado otros recursos, para dejar pasar a alguien más; la realidad es que no podemos dejar a la gente en la calle, de manera especial cuando las temperaturas son tan bajas. Hacemos lo que podemos”, apunta Avella.

Las dos principales entidades asistenciales de entrada al circuito de los Servicios Sociales municipales se han visto desbordadas por las limitaciones de espacio, y temen que este año sea incluso peor que el precedente. En el aire queda la habilitación de más espacios si se decretara un nuevo confinamiento domiciliario, como sucedió en la Tejerona el pasado mes de marzo, y mientras tanto, tratan de dar soluciones al mayor número posible de personas. Pero las limitaciones para ello, lamentan, son muchas hoy en día.

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