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El botellón se dispara en todos los barrios de Gijón por las restricciones a la hostelería

Las actuaciones policiales, con 676 denuncias en 2020, crecieron un 46% en un año, con especial incidencia en el centro, El Coto y Viesques

Botellón

Las continuas restricciones a la hostelería en la ciudad desde que comenzó la pandemia han disparado los botellones. Así lo demuestra el informe de las denuncias por esta práctica impuestas en el último año, que se han disparado pese a los meses de confinamiento absoluto. En 2020, se tramitaron 676 sanciones por las 464 del año anterior, lo que supone un crecimiento exponencial de un 46 por ciento. El auge del fenómeno es común a todos los barrios, con especial incidencia en la zona Centro, y la única excepción de Cimadevilla, donde los casos se redujeron tras una larga etapa de constantes aumentos.

El informe de la Policía Local, autoridad competente en esta materia en virtud de la ordenanza de Protección de la Convivencia Ciudadana y Prevención de Actuaciones Antisociales de 2013, vincula este crecimiento de la práctica del botellón a la crisis sociosanitaria provocada por el coronavirus. Un aumento significativo si se tiene en cuenta que “la declaración del primer estado de alarma se dilató desde el 14 de marzo hasta el 21 de junio y que, durante su vigencia, las limitaciones impidieron en su totalidad este tipo de comportamientos antisociales”. Pero la vuelta a lo que se llamó “nueva normalidad” disparó este tipo de reuniones, protagonizadas especialmente por adolescentes que encontraron en calles escondidas o parques un punto de reunión al no tener casas propias. “Las restricciones después del 21 de junio relacionadas con los horarios de actividad y límites de aforo en hostelería y todo tipo de ocio han podido provocar la búsqueda de alternativas de reunión y diversión”, desliza el informe policial.

El botellón se dispara en todos los barrios de Gijón por las restricciones a la hostelería

Una imagen habitual, por ejemplo, era la de las grandes colas que se formaban en los establecimientos que abrían las 24 horas o supermercados con horario de cierre más tarde, como el ubicado en la calle San Bernardo esquina con Munuza, donde cada fin de semana, especialmente en verano, tenían que intervenir varias dotaciones policiales para poner orden.

Algunos de ellos acudían a casas para continuar con las reuniones y el alcohol, pero otros muchos tenían que hacerlo en la calle. De esta forma, los casos en la zona Centro pasaron de 134 en 2019 a los 163 el pasado año. El crecimiento se ve en casi todos los barrios de la ciudad. En La Calzada, El Natahoyo y Tremañes pasaron de 47 casos a 74; en Roces, Montevil, Nuevo Gijón y La Camocha (así lo agrupa el informe), de 0 casos a 36; en El Llano y Contrueces, de 42 a 59; en Pumarín y El Polígono, de 7 a 65; en La Arena y La Guía, de 8 a 26; en El Coto y Viesques, de 34 a 90; y en Somió y Cabueñes, de 38 a 41. Sí hubo mejora en Cimadevilla, donde las infracciones se redujeron de los 154 de 2019 a los 122 casos del pasado año. Eso sí, el barrio alto ya había sufrido un crecimiento sustancial anteriormente, si se tiene en cuenta los 89 casos de 2018.

Multas de 100 a 750 euros

La ordenanza municipal que sanciona este tipo de conductas, que entró en vigor en 2013 durante el primer mandato de la forista Carmen Moriyón, establece como botellón “el consumo de bebidas, preferentemente alcohólicas, en la calle o espacios públicos, por un grupo de personas, cuando como resultado de la concentración de las mismas o de la acción de su consumo, se puedan causar molestias a quienes utilicen el espacio público y a los vecinos, se deteriore la tranquilidad del entorno o se provoquen en él situaciones de insalubridad”. Una norma que muchos grupos de la oposición de entonces quisieron modificar, pero que ahí sigue.

La práctica del botellón se considera eso sí una infracción leve en base a lo recogido a esta ordenanza, lo que implica que la cuantía de las sanciones económicas oscilan entre los 100 y 750 euros. El fenómeno crece sin freno en toda la ciudad.

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