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El único acusado por el brutal crimen de Lloreda, hallado sin vida en un chamizo de Roces

Alberto Aguirre estaba procesado por matar a palos a Aquilino Llamedo en octubre de 2019, pero quedó en libertad al huir la única testigo

El chamizo donde fallecidó Alberto Aguirre, en Roces. Juan Plaza

Alberto Aguirre Abilleira, el único acusado por el brutal crimen de Jorge Aquilino Llamedo, al que supuestamente mató a palos en una casa del barrio de Lloreda, entre las parroquias de Porceyo y Tremañes, en octubre de 2019, apareció ayer muerto en un chamizo de Roces. El fallecido, que fue condenado en 1999 por matar a un mendigo en Bilbao, había quedado en libertad con cargos en abril del año pasado después de que la principal testigo del crimen, la compañera sentimental de su presunta víctima, volviese a su Rumanía natal, entre otros motivos.

El hallazgo del cuerpo sin vida de Alberto Aguirre, de unos 40 años, tuvo lugar pasadas las cinco y media de la tarde de ayer en una zona próxima a la parte trasera del hipermercado de Roces. Fue un hombre que trató de entrar en la vivienda abandonada, conocida como “chupano”, el que halló el cadáver y dio aviso a la Policía Nacional. Hasta el lugar se desplazaron varias dotaciones, incluida la Policía Científica. Todo apunta a una muerte por causa natural, principal hipótesis hasta que lo confirme la autopsia.

Alberto Aguirre había coincidido en prisión con Jorge Aquilino Llamedo, de 62 años, y durante mucho tiempo compartieron la vivienda de Lloreda donde se cometió el crimen. Una disputa por temas económicos desató una gran pelea en la que, presuntamente, Aguirre la emprendió brutalmente a palos contra su amigo, que acabó muriendo debido a los múltiples traumatismos. Poco después, cuestión de horas, fue detenido por la Guardia Civil, que le buscaba desde que la mujer de la víctima le señalase como el autor del crimen. Ella estaba en la casa y se escondió bajo la cama.

La única testigo se fue y la defensa de Aguirre solicitó su puesta en libertad, a la que no se opuso el fiscal. Una vez fuera, el investigado trató de asentarse de nuevo en la casa de Llamedo, pero apenas duró unas semanas en ese lugar. Era habitual de los servicios de entidades sociales y padecía adicción a las drogas. Todo apunta ahora a que el caso se dé por cerrado con la muerte del único acusado.

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