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La regasificadora es inviable para hidrógeno, dicen expertos europeos

El portavoz de un proyecto en el que está Enagás para suministrar al norte del continente apuesta por los hidroductos

Regasificadora de El Musel. Juan Plaza

Usar la regasificadora de El Musel para almacenar y distribuir por barcos al norte de Europa hidrógeno verde (el generado por energías renovables) “no es una buena idea”, según asegura Thierry Lepercq, portavoz del proyecto impulsado por 30 empresas europeas –entre ellas Enagás y compañías homólogas de Francia y Alemania– para producir hidrógeno renovable en España y Portugal y distribuirlo por el norte de Europa, suministrando este producto a precios actuales de mercado, esto es, sin necesidad de subvenciones. “Utilizar gasoductos es 20 veces más barato para el transporte. El problema de distribuir hidrógeno por barcos es que primero hay que convertirlo en amoniaco y cuando llegue a un puerto en Holanda, volver a extraer el hidrógeno del amoniaco, lo que supone una pérdida muy grande de energía. Es mucho más fácil enviarlo por gasoducto a Francia, Alemania y a otros países”, señala Lepercq.

Después de dos años de estudio y de contratos entre fabricantes de equipos, productores de energía, compañías de distribución logística, empresas eléctricas y fondos de inversión, el proyecto HyDeal Ambition se presentó este mes, con el objetivo de producir hidrógeno verde a partir de electricidad de energía solar, en España y Portugal. El plan es contar dentro de cinco años con una red de gasoductos dedicada para el hidrógeno, entre España y el norte de Europa. Antes. Lepercq señala que la producción que se obtenga en ese tiempo se puede mezclar con el gas natural para reducir su huella de carbono.

Esos cinco años son los necesarios para construir las infraestructuras que permitan llevar un millón de toneladas anuales de hidrógeno desde España y Portugal a países como Francia y Alemania, donde hay compañías eléctricas que están estudiando cómo reconvertir sus centrales térmicas para sustituir el carbón por el hidrógeno como combustible y donde también la siderurgia desarrolla proyectos para reemplazar sus hornos altos por otros de reducción directa (en los que se usa hidrógeno en lugar de coque separar el hierro del mineral que lo contiene).

La siderurgia, las centrales térmicas, la industria química –el hidrógeno se usa para producir fertilizantes, por ejemplo– y los transportes son los potenciales clientes. Lepercq sostiene que “necesitamos conexiones para el transporte del hidrógeno a Francia” para suministrar el hidrógeno verde que se producirá en España y Portugal. El objetivo es obtenerlo a un precio de euro y medio por kilo, que es el precio de mercado produciéndolo a partir de gas natural, esto es, con una fuente de energía fósil.

Lepercq sí ve otras oportunidades para Asturias, fundamentalmente para la descarbonización y el uso del hidrógeno verde en la industria y el transporte. Sugiere la reconversión de centrales térmicas de carbón en térmicas de hidrógeno, algo que ya se están estudiando cómo hacer compañías eléctricas de Francia y Alemania, para evitar el cierre de centrales térmicas. El especialista destaca que hay “oportunidades para reinventar los modelos y el futuro industrial de toda Europa, en especial en regiones como Asturias”, que tiene siderurgia integral, térmicas que tienen que dejar de usar carbón e industria química. Cosa distinta es el uso de la regasificadora como almacén de hidrógeno, algo que no ve.

Otras fuentes empresariales apuntan que mientras se construye la red de hidroductos, el hidrógeno puede transportarse por tren o por barco –convertido en amoniaco o diluido en otro líquido portador– y ahí sí puede jugar un papel El Musel, aunque pudiera ser con un depósito más pequeño que los tanques de la regasificadora.

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