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Rafael Pedro Fernández Guerrero / Director general de Obras Públicas y Proyectos de Ciudad del Ayuntamiento

Pedro Fernández Guerrero, director municipal de Obras Públicas: “Estudiamos construir ascensores exteriores en casas de Cimadevilla”

“Para los corredores verdes peatonales hay que buscar vías adecuadas y no todos van a terminar en la playa de San Lorenzo”

Rafael Pedro Fernández Guerrero, en su despacho del edificio administrativo del Antiguo Hogar. | Juan Plaza

Arquitecto de profesión, Rafael Pedro Fernández Guerrero, se vinculó al equipo directivo del Ayuntamiento a mediados de 2019 tras una larga trayectoria en el sector privado y en la administración pública, pasando por distintas áreas del Principado. Es el director general de Obras Públicas y Proyectos de Ciudad, lo que supone estar en el día a día de cada bache de Gijón, pero con la mirada en un horizonte para cambiar el futuro. “Yo a eso de que los árboles no nos dejan ver el bosque le doy la vuelta para defender que plantando árbol a árbol generamos el bosque”, confiesa.

–Empecemos por la penúltima polémica. ¿Obras Públicas es culpable de la retirada de adoquines en el tránsito de las Ballenas ?

–No los quitamos, siguen ahí. Allí lo que dimos fue una solución transitoria a un problema. Si alguien ve fotos de cómo estaba se asustaría. Era un lugar razonablemente peligroso en el que los vecinos nos demandaban una solución razonablemente rápida. Con el problema de la resolución del contrato del plan para Cimadevilla vimos que íbamos a llegar a unos plazos de tiempo excesivamente largos con un verano problemático y se tomó esa decisión. La idea de recomposición ya la tenemos y va en la línea de lo tradicional.

–¿Recuperar los adoquines?

–Sí, pero no los que había. Hemos pedido al Pueblo de Asturias fotografías de Cimadevilla para ver cómo era originalmente. No sólo las fachadas, también los suelos sobre los que se trabajaba. Queremos que nos sirvan de referencia para la propuesta que estamos haciendo. Adaptada a cada circunstancia. La cuesta del Cholo tiene un uso, el tránsito de las Ballenas otro porque pensamos que habrá tráfico rodado, Artillería otro... Todo teniendo en cuenta la sostenibilidad.

–¿Dentro de ese gran estudio sobre Cimadevilla?

–Vamos a hacer un estudio global, pero lo primero a concretar es el tránsito de las Ballenas y luego lo que podemos llamar el anillo o tridente de accesos principales con Óscar Olavarría, Artillería, la subida al Cerro, Honesto Batalón, Emilio Muñiz “El Negro”, la subida de San Pedro hacia el Club de Regatas y la bajada de Escultor Sebastián Miranda. Es donde tenemos que posibilitar el tráfico más intenso y adaptarlo a la posibilidad de un transporte urbano colectivo razonable. Tenemos un par de colegios por allí y tendremos Tabacalera, hay que darles respuestas.

–¿Más retos para ese barrio?

–Sí. Si nos fijamos en las fachadas, y el barrio es un BIC (Bien de Interés Cultural), están llenas de cableado. Vamos a hacer un soterramiento de esas infraestructuras en una primera fase para que, con los años, desaparezcan de todas las fachadas sin costes adicionales para las empresas o los particulares. Y también estamos estudiando dar respuesta a la necesidad de que algunas comunidades puedan ubicar ascensores en el exterior de los edificios. Estamos hablando de accesibilidad y esa es una cuestión social prioritaria.

–La pandemia cambió todas las previsiones. ¿Cómo han quedado las del plan de barrios?

–La mayoría de las obras previstas para 2020 se han ido desarrollando, pero este 2021 nos incide la prórroga presupuestaria. La idea es no perder los objetivos, pero habrá que reajustar los tiempos. Nos llevará algo más llegar a la meta.

–¿Cuáles harán este año?

–Están pendientes de definición. Queremos tener en marzo o abril propuestas que podamos desarrollar con celeridad. El objetivo es cumplir los presupuestos. Queremos llegar a final de año con las obras que tengamos en presupuesto ejecutadas o en marcha.

–A partir de los fondos europeos se habla de nuevas ideas. Por ejemplo de ecomanzanas en La Calzada, El Coto y El Llano. ¿Qué son y donde irán?

–Tenemos zonas identificadas en esos barrios y en otros porque se pretende extender la acción a toda la ciudad. Buscamos zonas con cuatro elementos: un soporte de equipamientos públicos o privados importante, que parte de esos equipamientos sean escolares, que haya una zona comercial a potenciar y un área verde a incrementar o a generar. Tenemos más o menos una idea, pero hay que estudiarlas.

–¿Pone un ejemplo?

–No hay nada concreto, pero buscamos vida de barrio y eso lo dan las áreas comerciales. En La Calzada está la avenida de Argentina y alguna vía más; en El Coto está Avelino González Mallada y en El Llano, tenemos Schultz, por un lado, y Río de Oro, por otro. Lo llamamos ecomanzanas, pero lo que se busca es vivificar la ciudad. Vivificar en el sentido de volver a dar vida. Mucho de lo que hagamos supone acotar el espacio que usa el vehículo a motor. Tiene ganado el 90% de la ciudad así que poco podemos hacer si no es a su costa.

–Otro proyecto: corredores verdes peatonales.

–Servirán para enlazar espacios verdes y elementos esenciales de la ciudad. Gijón es una ciudad que creció mucho en base a parcelaciones derivadas de propiedades individuales. Eso ha generado barrios con identidad propia. Eso del yo soy de La Calzada o de Pumarín... y bajo a Gijón. No digo que deje de existir el barrio como identidad, pero deben tener un adecuado engarce con el resto de los barrios y de los polos. Que no es sólo el centro. Un polo de ciudad, por ejemplo, son los cines de La Calzada.

–¿Ya están definidos los recorridos?

–No, exactamente. Hay que buscar vías con unas dimensiones adecuadas y tienen que enlazar espacios verdes, equipamientos administrativos de primer nivel. En el futuro, las estaciones de transporte urbano y lugares de interés turístico.

–¿Todos con final en la playa de San Lorenzo?

–No. Todas las ciudades tienen lugares fetiche y el de Gijón, claramente, es el Muro y todos opinamos sobre ese espacio. Nos relaciona con uno de los valores que tiene Gijón, el mar, y además genera horizonte, que tiene un valor psicológico importante. Pero no todos irán ahí.

–¿Les sentó mal que se empezará a llamar cascayu a lo que hicieron en el Muro?

–Todo opinión es loable, así que no me gusta opinar de lo que se opina. En el Muro lo que buscó el técnico fue que se perdiera esa imagen de calzada y generar un suelo con un mínimo de agrado a bajo coste porque la obra debía ser revertible por si se decide que siga siendo calzada. Yo creo que lo de cascayu ha quedado como algo positivo, no negativo. Yo ya digo voy a caminar al cascayu.

–¿Tiene sentido que se diseñen al tiempo pero cada una por su lado las reformas de las fachadas marítimas de San Lorenzo y Poniente?

–Tienen características distintas que permiten que se puedan analizar por separado y en todo caso ambas se conectan con Cimadevilla y la plaza Mayor. Por el criterio de oportunidad fue primero Poniente, por las tensiones que había con las bicicletas en la acera. Quizás también es más fácil que el Muro porque no es tan fetiche.

–¿Esa propuesta de rehabilitar Roces es algo más que un nuevo plan de reforma de manzana degradada?

–Estamos identificando problemas que tiene la zona y elementos para resolverlos. Buscamos solucionar un problema de calidad de vivienda en el barrio tradicional, pero aportando la idea de que los equipamientos públicos puedan ser soporte para energías limpias. Tenemos allí dos depósitos de aguas, que se recuperarán para el uso ciudadano, los edificios de Emulsa y Bomberos, el propio colegio Alfonso Camín. El análisis trascenderá Roces hasta lo que es Montevil Alto o Contrueces porque se intenta recomponer una zona de la ciudad que viene de crecimientos distintos. Incluso estamos barajando la posibilidad de reubicar algún equipamiento para poner un poco de orden y planteándonos viviendas para jóvenes que nos permitan alojamientos temporales en momentos concreto pero luego se mantengan. Vamos casi al ecobarrio. Además nos permitirá engarzar mejor con Nuevo Roces.

–¿Ecobarrio también define el plan para La Camocha?

–En La Camocha ya tuvimos dos operaciones en patios y ahora estamos viendo un sistema de aprovechamiento de aguas de lluvia que parece tener cabida en otras dos intervenciones que tenemos pendientes. A través d e fondos europeos vamos a intentar poner en juego terrenos vinculados a la mina como parque de empresas verdes o similares. La Camocha fue un barrio que hizo vida a partir de una industria, la del carbón, y la idea es recuperar esa parte productiva que se perdió para recuperar vida.

–¿Tiene sentido hablar de todos estos proyectos de ciudad sin tener claro el gran proyecto de ciudad, que es el plan de vías?

–Ninguna de estas operaciones, en principio, interfiere con ello y hay previstas actuaciones que engarzan con las estaciones previstas en ese plan. Se puede avanzar en muchos asuntos al margen de ese plan. Hay que ser optimistas y tener determinación. La determinación es importante de cara a conseguir frutos.

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