“Mi madre lleva un año sin ver a su nieto. Ahora nos vacunan, pero si no lo hacen los demás poco vamos a avanzar. Hay que hacer lo que toca, sin miedo”. Violeta Argüelles se explicaba así ayer, segundos después de haber recibido su primera dosis de la vacuna contra el coronavirus en el recién inaugurado “autovac”, un puesto habilitado en la parte trasera del Palacio de los Deportes de Gijón que permite que personas con alta dependencia y sus cuidadores y convivientes reciban el pinchazo sin salir del coche. Este nuevo punto de vacunación, inaugurado ayer con 50 citas, es “más cómodo” que los autocovid, a juicio de los usuarios, por la ausencia de colas. ¿El motivo? Las citaciones. Se reservan cuatro minutos por persona, y varias van juntas en un solo coche, por lo que no hay lugar a espera alguna. Junto a la carpa, hay diversos aparcamientos para que los inmunizados aguarden un cuarto de hora antes de arrancar de nuevo, para descartar cualquier reacción al volante.

A Argüelles la vacunaron porque convive con su madre, Josefa Cortina, considerada de alta dependencia a sus 99 años. También vacunaron a su marido, Fernando González, que fue el que condujo hasta la explanada. La familia esperó alegre los quince minutos de espera junto a la carpa, ventanilla con ventanilla con la familia de Amada Fernández, de 95 años, que recibió valiente su primera dosis de Pfizer, aunque sus seres queridos solo le habían dicho que iba “al médico” para no inquietarla. Por extensión, se vacunaron su hijo, José Manuel Menéndez, y su nuera, Cristina Alonso, que sí sabían a lo que iban. Estos días, de hecho, Menéndez andaba bastante nervioso con la vacuna, y llegó a plantearse rechazarla, pero recordó una anécdota de infancia. “Yo tenía reticencias, pero recuerdo que cuando nací inventaron la vacuna de la meningitis y mi madre se empeñó en ponérmela. Pero el médico del pueblo no se fiaba, decía que aquello era muy nuevo y que él a su hijo no se la pondría. Pues al final su hijo cogió meningitis y quedó bastante tocado, y a mí no me pasó nada. Quién sabe, esto da miedo, pero es lo único que tenemos”, resumió, consciente de que la vacuna también se la pone más por su madre que por él. “Cuando vives con alguien así, mayor, tienes que tener incluso más cuidado de lo normal. Nos cambiamos el calzado al llegar a casa y siempre te quedas con el miedo de contagiarla sin darte cuenta”, añadió.

Otra familia citada a esta explanada fue la de Adela Espada, de 91 años, que para recibir la aguja se quitó con muy poca gana la manta bajo la que venía abrigada en el asiento trasero del coche de su nieto Luis del Valle. Por ser convivientes, se vacunaron también María Jesús Blanco, su hija, y Luis Manuel del Valle, su yerno, que animó con gracia a los futuros convocados: “Tiene que vacunarse mucha gente para que podamos salir a bailar otra vez”. Blanco, por su parte, reconoció que también su familia acudió nerviosa a su cita. “Llevábamos días con mariposas en el estómago, porque ahora le toca a gente muy mayor y no sabes cómo lo van a pasar, pero es la única solución que tenemos y hay que aprovecharla”, razonó.

La idea es que este puesto se mantenga al menos hasta este jueves en horario de tarde, aunque el protocolo se renueva semana a semana según el número de dosis que se entregue a Gijón desde el Ministerio de Sanidad. Junto a este “autovac”, el Palacio de los Deportes tiene también varios puestos de vacunación presenciales, siendo el primer punto de inmunización masiva de la ciudad en esta campaña contra el covid-19. Allí se citan al día a unas 500 personas, lo que provocó ayer de nuevo colas, en parte porque muchos citados acuden con demasiada antelación, en el momento de apertura del recinto, a las 16.00 horas.