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Comercios y hosteleros de Sanz Crespo, los más partidarios de la estación

“Si la quitan muchos cerraríamos”, advierte la hostelería, que critica la dilación del proyecto

El vecino Pablo Crespo, ayer, en un parque de Carlos Marx. Marcos León

“Hartos” de tanto cambio, pero “ilusionados” con la idea de que su estación pueda quedarse. Comercios y vecinos del entorno de Sanz Crespo, aunque todavía reticentes ante lo que consideran “una ocurrencia más”, ven de momento con buenos ojos que la que durante más de una década es la estación de tren provisional de Gijón se convierta en una “en condiciones”, intermodal, y con conexión al metrotrén. Para comercios y hosteleros la ventaja es clara: proyectos como este, junto al Palacio de Justicia y la nueva comisaría de la Policía Local ayudan, dicen, a “dinamizar” una parte de la ciudad que hasta hace unos años era considerada “periferia” pese a estar a cinco minutos de Poniente. Para los vecinos, la idea les brindaría más comodidad para desplazarse por Gijón, si bien todos se muestran reticentes ante un plan de vías que lleva ya demasiados años estancado.

Para hosteleros ya veteranos en la zona como Pilar Ramos, que trabaja en una conocida sidrería de la avenida de Portugal, que se esté planteando ahora que la estación provisional pase a ser permanente no es una gran sorpresa. “En cuanto la plantaron ahí ya se veía que la cosa iba para largo, pero no sé si para Gijón en su conjunto es la mejor opción. Para los que trabajamos cerca sí sería positivo; hasta hace no mucho esta parte de la ciudad era considerada la periferia y ahora es un lugar de paso que nunca llegó a perder el ambiente de barrio”, defiende. Su hermano, Jorge Ramos “El Parrochín”, está más dividido. Como hostelero quiere la estación en Sanz Crespo, una “en condiciones”, porque así la zona seguiría siendo un lugar de paso y ayudaría a que la zona centro de la ciudad “creciese” hacia ellos, pero como vecino entiendo que “la promesa” era que la estación fuese céntrica. “Pero a estas alturas tal vez sea lo mejor, estás a cinco minutos de la playa y en un lugar de la ciudad que sigue creciendo”, señala.

Esteban Arana, propietario de un local hostelero junto al Palacio de Justicia. Marcos León

De forma similar opina Esteban Arana, dueño de un local hostelero en el margen del Palacio de Justicia. “Al final todo ayuda. El Palacio, el hotel y la estación traen un flujo de gente importante que anima a consumir. Ya que están aquí porque tienen que hacer alguna gestión, ven que tienen servicios sin necesidad de ir al centro”, justifica, aunque entiende que algunos vecinos prefiriesen una estación intermodal más céntrica. “Lo que también deberíamos pensar es que si lo centralizas todo matas a los barrios. Para los comercios de aquí sería ideal que la estación se quedase. Sigue estando muy cerca de todo”, añade.

La estación, aunque obligó a callejear para salir a la autopista, sí creó una nueva zona de paso que anima al consumo y atrajo negocios nuevos. Fue el caso de Isabel Lastra, que abrió una cafetería hace cinco años en la carretera Vizcaína, ya cerca de Carlos Marx, pensando en atraer con menús del día y pinchos a viajeros. “Si la quitan muchos seguramente acabaríamos cerrando, porque esta zona es de paso en gran parte por el tren. No hubiese abierto un negocio aquí si no hubiese estación”, asegura.

Los hermanos Pilar y Jorge Ramos, dueños de una sidrería de la avenida de Portugal. Marcos León

Los vecinos, por su parte, se muestran más divididos. Todos entienden que esta confluencia de Laviada y El Polígono está ahora “mucho más guapa” que antes, pero no se muestran de acuerdo en el motivo y, en cualquier caso, ven “absurdo” que se debata entre dos emplazamientos tan cercanos. Luisa Cotarelo y María Luisa García, jubiladas, recuerdan cuando en esta parte de Gijón había “una carretera, la fábrica de Moreda y la Bohemia Española”. El resto “era prao”. “Nos pesó que partiesen así la autopista, porque no había necesidad, así que creímos que la estación acabaría quitándose”, razonan. También Antonio Bravo y Pablo Crespo, otros “míticos” de la zona, recuerdan con sorna que a ellos los políticos de turno les habían prometido una estación ya en los años 90. “Tendrían que haber aprovechado Jovellanos. Están dándole vueltas porque no tienen dinero”, opinan. “Ahora que hay más movimiento, si se queda aquí los vecinos lo tendremos más fácil”, rebaten los también residentes Margarita Forcelledo y Juan de la Rosa.

Las vecinas Luisa Cotarelo y María Luisa García, ayer, en una zona ajardinada junto a la rotonda de Carlos Marx. Marcos León

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