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La figura de la semana | Manuel Robles Freire, rector de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús

Temple y buena charla en la Basílica

El religioso, nacido en La Pola de Gordón y versado en el mundo del periodismo, es gran conversador, amante de los libros y los paseos

Temple y buena charla en la Basílica

Cuenta la basílica del Sagrado Corazón de Jesús de Gijón desde hace un par de años con un rector dicharachero, de verbo fácil y vehemencia didáctica desde el púlpito, gran conversador, “a veces casi demasiado”, asegura entre risas uno de sus amigos cercanos. Manuel Robles Freire, nacido en el pueblo leonés de La Pola de Gordón en 1950, puede presumir de llevar a cuestas muchos años de dedicación a los demás, primero como sacerdote en pueblos pequeños, después en el mundo de la enseñanza, más tarde en el periodismo y, finalmente, de vuelta a las parroquias. San Francisco de Asís, en Oviedo (estuvo como vicario); Tazones y la zona de la Mariña de Villaviciosa y ahora en la popular Iglesiona gijonesa, donde se ha sabido granjear el afecto de una ciudad “dinámica y abierta”, en sus propias palabras, han sido sus destinos.

Puede presumir también de haber entrado en la basílica gijonesa con buen pie. Al poco de su llegada logró traer de vuelta al templo el sagrario y el Cristo del escultor Miguel Blay que, en 1998, la Compañía de Jesús se llevó a la parroquia de la Merced, en Burgos, cuando la iglesia del centro de Gijón fue cedida al Arzobispado de Oviedo.

Fue un pequeño triunfo que, a decir de sus próximos, es reflejo de su tenacidad y mano izquierda, porque “le ha tocado lidiar con toros complicados, y con buenos resultados”. No en vano, tuvo que pacificar también las parroquias de la Mariña tras el controvertido caso del padre Chus, y aunque al principio “hubo quien lo recibió con recelos, acabaron enamorándose de él y lamentando mucho su marcha a Gijón”, apuntan sus allegados.

Manuel Robles, rector de la Basílica.

Manuel Robles, rector de la Basílica.

Volviendo atrás en el tiempo, Manuel Robles Freire estudió en el Seminario de León y también atesora una amplia experiencia en periodismo forjada ya en la época en la que era corresponsal de “ABC” en Asturias, en tiempos del periodista religioso José Luis Martín Descalzo. Además de permanecer seis años en ese periódico, estudió Periodismo en la escuela del “ABC”, vinculada a la Universidad Complutense. Trabajó también durante una década en “La Razón”, en las secciones de Religión, Internacional y Opinión (se siente orgulloso de su amistad personal con Luis María Anson), y también ha sido colaborador en Telemadrid, la Cadena SER y Cuatro. Durante un decenio fue párroco de Nuestra Señora de Covadonga, en Coslada (Madrid).

Antes de su etapa madrileña, se licenció en Derecho Canónico en Roma y trabajó en el Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos, bajo las órdenes del cardenal Julián Herranz.

En Asturias, fue vicario parroquial en San Francisco de Asís (Oviedo), ligado también a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, grupo de sacerdotes que reciben formación y atención espiritual por parte del Opus Dei. Y atendiendo a su formación periodística, que lleva a tremenda gala y recuerda siempre que puede, fue durante unos años el portavoz del Arzobispado de Oviedo y el responsable de medios de comunicación. Además, es autor de un par de libros: “Pablo VI, ese gran desconocido” y “Papa Francisco. Una vida llena de anécdotas”.

Su amor por las palabras y la cultura en general se deja sentir en el Sagrado Corazón desde su llegada, con la organización de ciclos de charlas y numerosas actividades que siempre han sido muy bien acogidas por sus fieles. Estos días andan inmersos en la novena de la gracia a San Francisco Javier, una de las más vetustas de la ciudad.

Es Robles de esos párrocos que “si salen de paseo se paran a hablar con todo el mundo”, excelente interlocutor y lector compulsivo “de todo tipo de literatura, la novela le gusta mucho, y para los Reyes Magos solo quiere libros”, explican sus amigos.

Se ha hecho del Sporting en los últimos tiempos, y sigue con mucho interés las andanzas de los rojiblancos, aunque su bandera también sea blanca y del Real Madrid. Le encanta el pescado del Cantábrico, adoraba a su madre, Patrocinio, recientemente fallecida, y entre sus virtudes se cuenta la capacidad de mantenerse siempre sereno. “Jamás, pero jamás le hemos visto enfadado por nada”, aseveran los suyos. Temple y buena charla para el regidor de una de las iglesias más queridas de Gijón, y para la que, a pesar de la pandemia, mantiene “grandes proyectos”.

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