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A toda máquina en los parques: el auge de los aparatos deportivos

Los usuarios de las instalaciones, de distintas edades, alaban su importancia: “Son seguras y necesarias”

Crisanto Herrero, en una máquina de gimnasia de mantenimiento, junto a María Logedo, en el Polígono. Juan Plaza

María Logedo tiene 21 años y oposita para ser Guardia Civil. Por edad, sería una de las últimas personas que en el imaginario colectivo aparecería como usuaria de los aparatos de gimnasia de mantenimiento. Y, sin embargo, ayer la joven vecina del Polígono de Pumarín añadía minutos de cardio a su rutina de media hora en una bicicleta elíptica de la zona verde que hay en la calle Puerto de Leitariegos.

La joven no es una rara avis. Aunque estas máquinas son muy populares entre personas de la tercera edad, porque permiten mantener el tono muscular sin añadir cargas externas, con el cierre de los gimnasios cuando se registraban los peores datos de contagios del virus y gel hidroalcohólico mediante, estos aparatos también son muy apreciados por gente de todas las edades. “Son buenos y útiles para hacer deporte al aire libre”, apuntan.

A la vez que María Logedo mantiene un charla telefónica subida a la bici elíptica del área de gimnasia de Puerto de Leitariegos, aparece por ese mismo lugar Crisanto Herrero, conocido en el barrio por liderar la asociación de jubilados “Los Puertos”. Esta entidad organizaba actividades deportivas y sociales entre sus socios, pero con el virus fue de las primeras asociaciones en cancelar todas sus actividades justamente hace un año para evitar contagios.

Alejandro Menéndez, en el Kilometrín. Juan Plaza

Ahora, para el veterano Herrero los aparatos de gimnasia que hay en el Polígono de Pumarín se han convertido casi en su única válvula de salida para liberar endorfinas con la práctica deportiva. “Para los mayores, estas máquinas son la única manera segura de hacer deporte. Son de las pocas actividades que podemos hacer”, explica. Y a Crisanto Herrero se le nota que es habitual, porque a sus 73 años maneja con soltura todas las modalidades. Usa los aparatos al menos tres días a la semana durante de una hora. “Los mayores solemos dar paseos, pero siempre te encuentras con gente”, dice el veterano, que previamente echa un generoso chorro de gel hidroalcohólico sobre la superficie que va a tocar. “Los usan mucha gente. En mi pueblo de Zamora también los pusieron y los mayores están encantados”, interviene María Logedo.

Estas máquinas han proliferado en los últimos años en Gijón y pueden encontrarse en numerosos espacios públicos. Uno lo de más populares se encuentra en la avenida de La Costa, al pie del paseo de Begoña. Así lo explica Alejandro Menéndez, un varón de 56 años que también es usuario de los artilugios de gimnasia que hay en el Kilometrín. Cuenta el gijonés que los emplea porque trabaja como guardia jurado y porque de paso, al ser diabético, la actividad deportiva le viene de perillas. “Los de Begoña y el Kilometrín los acaban de cambiar y los han dejado muy curiosos”, anuncia el deportista mientras trabaja piernas y brazos. “Con la pandemia, son una gran forma de hacer deporte”, zanja Menéndez sobre unos aparatos deportivos que ganan adeptos entre todos los públicos.

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