–“¿Este Cine Robledo es el de aquí, no?”, pregunta el siempre servicial Gervasio Losada, mientras señala la portada del libro que le acaba de firmar de su puño y letra nada más y nada menos que el flamante ganador del premio Nobel de Literatura, Antonio Miguel Albajara.
–“Sí, claro que es el de aquí”, responde en tono piadoso el escritor, a la vez que guarda su elegante pluma en el bolsillo interior de su traje, unos minutos antes poner fin a su estancia en el hotel Asturias y poner rumbo a Berkeley, donde pasará sus últimos días.
El diálogo se produce hacia el final de “Volver a Empezar”, pero seguro que muchos gijoneses sintieron la misma emoción que el personaje interpretado por Agustín González cuando vieron el Cine Robledo en la gran pantalla, retratado por José Luis Garci. Ese momento se produce al inicio de la cinta, cuando Albajara detiene su coche en la esquina de la calle Corrida, aún con tráfico rodado, con la calle Asturias y contempla melancólico el majestuoso edificio.
Hoy de lo que fue el cine Robledo apenas sobrevive un recordatorio en la fachada del inmueble bautizado con el mismo nombre que se construyó en su lugar. Sin embargo, el recuerdo de la sala vive en las personas cuyo pasado está vinculado al mítico cine. Es el caso de Pablo Pérez del Busto, bisnieto del arquitecto Manuel del Busto que proyectó el Robledo, y de Alfredo Jiménez, uno de los tres hijos de Benigno Jiménez, que fue gerente durante casi medio siglo de la empresa Arango, la propietaria del Robledo y de otros muchos cines en la ciudad. “La película de Garci es historia del cine español”, explican ambos protagonistas, reunidos por LA NUEVA ESPAÑA.
El Robledo se proyectó en 1915. Manuel del Busto quiso hacer un edificio monumental, que terminó por abrir en 1917 en términos mucho más humildes de los inicialmente previsto por la dificultad de adquirir materiales durante la Primera Guerra Mundial. Se reformó en 1920, para acoger un casino, y se incendió en 1965. En su sala se estrenaron obras como “Cleopatra”, “Doctor Zhivago” o “Apocalipsis Now”. También, “Yo soy esa”, de Isabel Pantoja, que causó furor en el público femenino. El fundido a negro, tras 74 años de proyecciones, fue el 17 de junio de 1991 con “Delta Force 2”, de Chuck Norris. Se derribó casi al completo en 1992.
“Era fácil que Garci se fijara en el Robledo, porque era el cine más emblemático de Gijón en su calle más emblemática”, asegura Jiménez, que tiene en su cabeza los planos del negocio. Pablo Pérez del Busto, de 45 años, y aparejador de profesión como su padre, también le tiene estima al Robledo. Aunque confiesa que, de las obras de su pariente, prefiere el teatro Palacio Valdés de Avilés. “Conozco su trabajo sobre todo por los libros de Héctor Blanco. Es un orgullo pasear por Gijón y ver sus obras”, señala Del Busto.
Para ambos, la película de Garci es especial. Aunque lo que en teoría les uniría tendría que ser el Robledo, en lo que los dos coinciden es en la banda sonora de la cinta, especialmente de la canción “Canon” de Johann Pachelbel, cuyos acordes suenan en el inicio de la película cuando Albajara recorre lugares emblemáticos de Gijón como la arena de San Lorenzo, el muelle sin dragar o el mismo césped de El Molinón. “La música hace mucho”, cuenta el aparejador. “En cualquier recopilatorio de bandas sonoras, aparece”, indica Jiménez, que ahora trabaja de profesor.
Los bajos del cine Robledo, donde antaño miles de gijoneses aguardaban para ver el último estreno son ahora la sede de una franquicia de ropa. Como le pasa hoy al Arango, anteriormente hubo en ese lugar un restaurante de comida rápida. La sala que retrató Garci en Volver a Empezar se apagó hace 30 años, como lo hicieron el María Cristina, el Natahoyo o el Brisamar. Esos templos del celuloide, consagrados al séptimo arte, son ya historia. Los cines, como el Robledo, no tuvieron la suerte de poder volver a empezar.