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La Semana Santa de Gijón: la Santa Misericordia, orgullosa de su cantera

“Estos días son fundamentales para nosotros”, aseguran los miembros de la veterana cofradía, orgullosa de la incorporación de jóvenes

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Por la izquierda, Rufino Ojeda, Miguel y Pablo Fernández-Peña, Ignacio Alvargonzález, Pilar Fernández-Acevedo y Luis Fernández-Peña. Pablo Solares

“Quita María ese manto y revístete de gala, que viene resplandeciente, el que por muerto llorabas”. Esas fueron las palabras que, como cada Domingo de Resurrección, pronunció Ignacio Alvargonzález el 23 de abril de 2019 poco antes de que los penitentes se descubriesen tras el encuentro entre Jesús Resucitado y la Virgen de la Alegría, en presencia de San Pedro Apóstol. Así lo dejó escrito la recordada Cuca Alonso (nadie mejor que ella para describir y contar la Semana Santa de Gijón) en su personal crónica de lo que es la última procesión en la ciudad por culpa de la pandemia de coronavirus, que por dos años ha obligado ya a suspender esos fastuosos actos.

“El año pasado estaba todo preparado, pero la pandemia nos lo impidió. Y este año ya vimos que era imposible retomar las procesiones y optamos por organizar unos pequeños actos en San Pedro y San José que se retransmitirán por Youtube para, al menos, mantener la visibilidad y que todo el mundo recuerde que las cofradías seguimos aquí”, apunta Ignacio Alvargonzález, presidente de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades Penitenciales de Gijón y Hermano Mayor de la Santa Misericordia y que este año ha sido el encargado de pregonar la Semana Santa de Oviedo.

Es la suya la cofradía gijonesa que mayor presencia ha tenido en la Semana Santa de Gijón desde que se fundó un 22 de febrero, festividad de la cátedra de San Pedro, en 1784. “La documentación se destruyó durante la Guerra Civil, pero sí queda constancia de su fundación y que hasta 1936 estuvo llevando todas las celebraciones de la Semana Santa en la ciudad”, explica Alvargonzález. Luego, con el conflicto bélico todo se paralizó y no se retomó hasta 1938. Su cofradía, de negro capirote y hábito blanco, englobó al Santo Sepulcro y ambos nombres se fundieron a partir de 1943, hasta que se volvieron a separar en 1998.

La Virgen de La Dolorosa

La Virgen de La Dolorosa

En la Santa Misericordia guardan como oro en paño dos mantos que sobrevivieron a la Guerra Civil gracias a que se encontraban guardados en casa de una familia de la cofradía. Uno de ellos, azul, es el que viste la Virgen de la Dolorosa el Miércoles Santo en la solemne procesión del Encuentro Camino del Calvario. Y el otro, donado por la infanta Isabel de Borbón, “La Chata”, de color negro y bordados más lucidos que lleva la misma imagen en la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo. Esa Virgen no es la original, sino una nueva obra del guipuzcoano Julio Beovide tallada en 1039. “Tiene una fisionomía más dura, es menos dulce que la imagen antigua, que se intentó reproducir después de la Guerra”, confiesa Alvargonzález. Esa virgen, ubicada en San Pedro, mantiene también la corona primigenia y hasta hace tres años también un puñal de plata. Alguien lo robó del interior del templo y nunca más se supo, pero una réplica exacta lo sustituye ahora.

Otra de las imágenes de esta cofradía, que ronda los doscientos miembros de todas las edades, de niños a mayores, es el Cristo de la Misericordia y de los Mártires, realizada en 1943 por el escultor Francisco González Macías, muy vinculado a Gijón. Sin olvidar a San Juanín de la Barquera, obra de Rafael García Irurozqui, que procesiona el Miércoles y el Sábado Santo. Todas esas imágenes están a buen recaudo y se podrán ver estos días en los templos. Aunque lo ideal, para recuperar esas emociones, es que vuelvan a recorrer las calles de Gijón. “Son los días más importantes del año para nosotros, fundamentales. Vivirlo desde dentro no tiene nada que ver, porque impresiona el respeto y el silencio de la gente cuando ven pasar las imágenes. Eso es lo que más impacta”, destaca Ignacio Alvargonzález.

La ilusión por volver a las calles es grande. Pero para ellos, “una cofradía es mucho más que las procesiones, es compartir”, asegura Luis Fernández-Peña, uno de los pertinentes. “Es una fiesta de los cristianos y lo vivimos con mucha intensidad en los momentos previos”, reconoce. Y, además, son consciente de la importancia “del relevo generacional” para mantener vivo el espíritu de la Semana Santa. En la Santa Misericordia hay cantera.

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