“Ha sido rápido e íntimo”. Así describía el pequeño Javier Valdés el entrañable homenaje que los niños de la catequesis de San Pedro brindaron ayer en el templo mayor gijonés por el Domingo de Ramos al Santo Niño del Remedio. Vestidos como la figura, con sus túnicas rojas que simbolizan amor y sacrificio, los integrantes de la Cofradía del Niño del Remedio fueron ayer los protagonistas de un inicio de la Semana Santa “extraño”, sin procesiones por segundo año consecutivo.

Minutos antes de la solemne celebración, muchos niños jugaban a las puertas del templo, ajenos al frío nordeste que azotaba San Lorenzo, bañada con un sol radiante. Sus padres les observaban con gesto cariñoso, mientras poco a poco los fieles, algunos sin faltar a la tradición del ramo, iban accediendo ordenadamente a la iglesia de San Pedro para escuchar el sermón del párroco, Javier Gómez Cuesta. El sacerdote se animó incluso a bendecir el ramo a mitad de la eucaristía, manteniendo la distancia de seguridad.

“Con el día que hace da más rabia no poder procesionar”, apuntaron casi al unísono Juan Antonio Rodríguez-Pladano, el hermano mayor de la Hermandad de la Santa Vera Cruz; Ignacio Alvargonzález Rodríguez, su homólogo en la Santa Misericordia; y Alejandro Vallaure, maestre del Santo Sepulcro. Los tres estaban presentes en primera fila y se esmeraron en colocar las banderas de las instituciones a las que representan con gesto pulcro al pie de la figura del Niño del Santo Remedio. Pero los absolutos protagonista de la jornada eran los pequeños, que puntualmente a la una de la tarde salieron de la sacristía perfectamente ataviados con sus túnicas rojas y con la mascarilla correspondiente. Antes de dar paso a la liturgia, cada uno leyó de manera coral un fragmento de un pequeño texto, bajo la atenta mirada de su catequista, Consuelo Cuesta. “Aunque no podamos salir en procesión no te olvidamos”, aseguraba uno de los jóvenes en una intervención que terminó con el aplauso de todo el templo.

Posteriormente, tomó la batuta Javier Gómez Cuesta. Recordó otra de las tradiciones del Domingo de Ramos, que no es otra que la apreciada procesión de La Borriquilla, que este año quedó bajo llave en el almacén del centro parroquial. Es el paso que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, clásico de la Semana Santa gijonesa. El religioso lanzó en su sermón mensajes claros. “En estos tiempos del bienestar, vivir con restricciones, sobre todo para los más jóvenes, no tiene mucha cabida”, dijo.

Gómez Cuesta llamó a sus fieles a hacer acopio de la fortaleza que demostró Jesús en su pasión para superar los tiempos complicados de la pandemia. Y animó a vivir una Semana Santa “más espiritual”. También tuvo palabras de comprensión para los comerciantes y todas aquellas personas que se están viendo lastradas por la crisis económica que viene aparejada a la sanitaria. “Jesús nos puede dar fortaleza, viendo lo que él sufrió durante su pasión, para enfrentarnos a situaciones adversas como esta”, aseguró.

El religioso citó el protagonismo que en el día de ayer tienen los más jóvenes. Se refirió a la tradición asturiana, que dicta que es el Domingo de Ramos cuando los ahijados tienen que entregar el ramo a sus padrinos esperando que estos, el Domingo de Resurrección, les devuelvan el favor con el bollo de Pascua. Aparte de los más jóvenes, los ramos fueron los otros protagonistas de la jornada. Así que Gómez Cuesta se animó a recorrer las cuatro esquinas de la iglesia para bendecirlos.

“Se hace rara esta situación”, apuntó Eva Novegil al final de la celebración. La pequeña de once años fue una de las que participó en el homenaje al Niño del Santo Remedio. Recordó que el de ayer es el segundo año que no pueden salir a procesionar. La última fue el 14 de abril de 2019. También, que para su desgracia, en 2018 dieron lluvia y tampoco pudieron salir a la calle. También se acordó de que su madre y su padre se casaron en 2019, el mismo día que ella tomó la comunión. Y es que en la inocencia infantil, detalles como ese, y el pequeño homenaje que ella y el resto de integrantes de la cofradía del Niño del Remedio rindieron a su figura compensan lo malo.