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Los hosteleros urgen poder ampliar las horas de apertura: “Sin cenas da igual que sea fiesta”

“No se ha notado la Semana Santa, pero al menos tuvimos algo de alivio al no llover”, dicen los propietarios de los establecimientos

El sol anima las terrazas en la despedida de la Semana Santa. Juan Plaza

“La Semana Santa podía suponer el 10 o 15 por ciento de lo que ganábamos al año. En esta ocasión no la hemos notado, ha sido poco más que un fin de semana, gracias a tener algún día más. Pero sin cenas da igual que sea fiesta. Para ir para arriba necesitamos que nos amplíen los horarios de apertura”. Tomás Borge, de La Fueya de Tomás, refleja el sentimiento de los hosteleros de Gijón, en línea con el mostrado ayer por la patronal, Otea, en este periódico, tras una Semana Santa en la que el tiempo dio una tregua, tras el anuncio de lluvias para todo el puente festivo, pero que no les ha servido para remontar dentro de la crisis que atraviesa el sector. Los propietarios de los establecimientos hosteleros de la ciudad demandan un alivio en las medidas restrictivas para los próximos meses, en especial con la visita puesta en el verano, para que les permitan ampliar los horarios de apertura y poder despachar cenas. También les gustaría poder disponer de más de cuatro comensales por mesa.

“Ha sido un desastre más”, lamenta Emilio Rubio, del restaurante La Montera Picona. “Con las restricciones, no se ha notado la Semana Santa. Lo único, que hubo algo más de movimiento fue el viernes al estar todo cerrado”, resalta. En su caso, junto a los horarios, también achaca el escaso impacto del periodo festivo por la ausencia de turistas y cambios en los hábitos. “Al final la gente se queda en Gijón, pero le gusta más salir a pasear que consumir”, indica antes de pedir que se les permita abrir más horas: “Necesitamos poder servir cenas. Ahora no podemos poner ninguna consumición más allá de las siete y media. Con los días más largos apetecería más consumir”.

Algo más positivo es el balance de Christian Valle, de la Sidrería Nueva Uría, al que le salvaron los vecinos del barrio de El Llano. “A falta de turistas sí que tuvimos bastante gente de aquí. Seguramente en otras zonas lo pasarían peor por la falta de visitantes”, comenta el hostelero, antes de añadir también que el balance se parece más bien al de un fin de semana muy bueno: “No se ha notado la Semana Santa, pero al menos tuvimos algo de alivio al no llover, que animó a la gente a salir y consumir algo”. En su caso reconoce que el jueves fue un día “bastante bueno, con el arrastre de gente que venía de supermercados y comercios”, mientras que la peor experiencia llegó el sábado debido a que “el frío echó a mucha gente atrás”. A su juicio, también insiste en la necesidad de aproximarse a los horarios del verano pasado: “Tienen que dejarnos poder abrir hasta las once y media o doce de la noche para poder dar cenas”.

En los barrios y las cafeterías al menos les ha quedado un poso algo más positivo de los últimos siete días, aunque no hayan tenido esa sensación de días festivos al uso. Una idea a la que también se suma Ruperto López, de la Sidrería Romy de La Calzada. “Dentro de cómo está todo nos ha ido algo mejor. Los vecinos consumieron bastante y el balance casi se puede decir que fue algo positivo”, afirma. En La Arena, Ricky Izaguirre, de la vinatería El Naranjo, también busca ese punto optimista: “Ya nos mentalizamos que no tendríamos gente de fuera, así que el buen tiempo, y que hayamos tenido gente todos los días, aunque no sea como una Semana Santa al uso, es con lo que me quedo”. En su caso además ensalza que “la clientela fija del barrio ha respondido y es lo que da fuerzas para seguir, porque llevo sin un día de descanso desde diciembre, hay que currárselo mucho”, cuenta.

En su céntrico negocio junto al “solarón”, Manuel López, de la cafetería Tenampa, se queda con el alivio del sol que se sobrepuso a las previsiones de lluvia. “Fue un pequeño alivio, pero no se notó que fue Semana Santa, ni de lejos se aproximó”, comenta antes de añadir que al menos “tuvimos esa pequeña alegría de que la gente se animase algo el último día –en referencia a ayer domingo”.

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