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“Volver a empezar” | 40 años del rodaje de la primera película española que ganó un “Oscar”

Cuarenta años de "Volver a empezar": Marta Fernández-Muro, la inolvidable telefonista del hotel Asturias

“Llevo dentro Cimadevilla”, dice la actriz, una de las pocas intérpretes con vida del filme de Garci

Marta Fernández-Muro, en su papel de Carolina. Debajo, la intérprete, en Avilés, durante una visita a Asturias. | | RICARDO SOLÍS

Se le atribuye a Stanislavski la máxima de que no hay papel pequeño sino actores mediocres. Marta Fernández-Muro le dio la razón al genio ruso con su aparición en “Volver a Empezar”. La actriz madrileña apenas necesitó unas pocas líneas de guión para inmortalizar a uno de los personajes más queridos de la película, de cuyo rodaje se cumplen cuatro décadas este año. Ella fue Carolina, la inolvidable telefonista, la del “Hotel Asturias. dígame”.

“Después del estreno en Madrid, Paco Rabal me preguntó si era telefonista de verdad”, dice la actriz. Fernández-Muro es uno de los rostros más conocidos del cine de los ochenta y de los noventa. Trabajó con Pedro Almodóvar (“Laberinto de Pasiones” y “La Ley del Deseo”), Luis García-Berlanga (“Todos a la cárcel”) y Fernando Colomo (“La Mano Negra”), entre otros. A pesar de su dilatada carrera empezó tarde en el cine. “Debí de empezar a estudiar con 27 años y mis primeros papeles fueron con casi 30”, apunta la mujer, una de las pocas artistas con vida del film.

José Luis Garci la fichó en persona. “Me preguntó que si quería trabajar en la industria o que si solo quería hacer películas más experimentales. Le respondí que lo quería era ser actriz”, rememora Fernández-Muro. Dicho y hecho. La madrileña se convirtió en Carolina, la telefonista del Hotel Asturias, el pequeño reino de Gervasio Losada, aquel pulcro gerente al que dio vida Agustín González. “Agustín era muy culto, muy buen actor. Sabía mucho. Y Bódalo, un genio”, apostilla la actriz.

Marta Fernández-Muro, en una visita a Asturias. Ricardo Solís

Han pasado 40 años, pero Marta Fernández-Muro guarda recuerdos imborrables del rodaje, de Gijón y de Asturias. Nunca había estado antes en el Principado y se llevó un recuerdo que aún conserva. Explica la mujer que, en uno de sus ratos libres, salió a dar un paseo por Cimadevilla. “Entré en una tiendina y compré un vaso de cristal que ha sobrevivido a todas mis mudanzas. Aún bebo agua por las noches con él. Nunca olvidaré aquel barrio”, dice la intérprete sobre un souvenir que adquirió en los ochenta.

Sobre el papel, la madrileña recuerda una conversación con Garci. “Le pregunté qué tipo de telefonista quería”, cuenta. “Me puso la mano en la cara, en la nariz, como partiéndome en dos el rostro y me respondió que lo importante era la mirada, que fuera yo misma”, explica. Tampoco se le ha olvidado su estancia en el Hotel Asturias, mucho antes de la última reforma del hospedaje. “Hacía un frío tremendo. Abría todas las mañanas el agua caliente para templar mi habitación”, ríe. La actriz ha regresado, solo de visita, al Hotel Asturias, donde aún conservan el aparato telefónico que ella usaba en la película.

Cuarenta años después del rodaje, Marta Fernández-Muro no tiene tan fresco el mensaje de la película. Pero sabe que la cinta es historia del cine. “Está muy bien hecha. Tiene ese toque de cine clásico americano. Entiendo que gustara a la Academia”, afirma. Por increíble que parezca, no conserva una foto de la celebración del Oscar. Eso sí, ahí tendrá para siempre el vaso que compró en Cimadevilla para que nunca olvide que una vez fue Carolina, la agradable telefonista del Hotel Asturias.

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